Las batallas capitales del PP

José María Aznar aterrizó el pasado fin de semana de su viaje a Cánada para confraternizar con los principales líderes mundiales y al día siguiente se descamisó en La Moncloa para encauzar la confección de los cabeza de cartel de algunas capitales españolas en las que el PP se juega mucho más que una simple victoria electoral en los comicios del 25 de mayo de 2003. Ni Aznar ni el secretario general del PP, Javier Arenas, que lleva el peso de esa estrategia para gran malestar de su antecesor, Francisco Álvarez-Cascos, no quieren que se tomen esas elecciones locales como unas 'primarias' de las generales de 2004, cuando se medirá con las urnas el aún ignoto sucesor del actual presidente. Pero en el PP saben que el PSOE sí quiere forzar esa competición, para proporcionar más gasolina a la carrera de José Luis Rodríguez Zapatero. El PP es consciente de que pese a disponer de 28 de las 52 alcaldías de las capitales no tiene nada asegurada la reedición de todos esos triunfos y más que complicado aumentar su cuota de poder.

El PP, efectivamente, ha encargado una veintena de encuestas específicas sobre otras tantas capitales españolas, para lo que fijó en su presupuesto de 2002 una partida de 540.00 euros. Ese dinero no se ha gastado en su totalidad (la inversión se ha quedado en unos 340.000 euros) porque al final no se han considerado necesarios tantos sondeos. Y en esas encuestas, obviamente, el partido ha incluido preguntas con nombres de candidatos.

En la dirección del PP lamentan con desagrado las críticas de Francisco Álvarez-Cascos a los métodos de selección de candidatos por encuestas de Javier Arenas por la injusticia de que alguien tan relevante pudiera pensar que un aspirante se decidía únicamente con ese instrumento. Porque el PP ha hecho casi tantas encuestas, al final, en capitales donde no gobierna y busca un mirlo blanco, como en las que gobierna y no variará de alcaldable en un 98%, como son los casos de Zaragoza, Málaga o Santander. El PP justifica esos análisis en función de otros intereses, más difíciles de explicar públicamente. Por ejemplo, porque el alcalde en vigor está cuestionado, acredita una mala gestión y está desgastado. O simplemente, porque se quiere examinar la situación política de la ciudad ante un proyecto tan polémico como el Plan Hidrológico. O porque se pretende aprovechar el sondeo para observar el comportamiento de otros líderes políticos de esa zona para otras funciones.

El PP ya ha decidido convocar este mes de julio el Comité Electoral Nacional para resolver las candidaturas de las capitales donde no gobierna. Los congresos regionales de otoño servirán de plataforma para nominar a los regidores en ejercicio.

La marcha, a mediados de 2000, de Soledad Becerril (alcaldesa entre 1995 y 1999) al Congreso de los Diputados abrió una enorme brecha en el grupo municipal. Becerril dejó como portavoz a su mano derecha, Carmen Diz, que en diciembre de 2000 fue defenestrada por su escasa sintonía con los demás ediles y con la dirección provincial del partido. A modo de parche, el PP designó portavoz a Jaime Raynaud, un político de perfil bajo y que ocupó el quinto puesto en la lista de 1999. Raynaud pacificó el grupo y, poco a poco, se ganó la confianza del partido. Hace tres meses nadie dudaba de su candidatura. Pero la decisión del PP de incluir a Amalia Gómez, ex secretaria general de Asuntos Sociales, en una encuesta elaborada en mayo desató todo tipo de especulaciones. Raynaud aguantó el chaparrón e incluso la mayor popularidad de Gómez en el sondeo.

La monumental crisis que vivió el PP de Córdoba en mayo, que terminó con la disolución de la dirección provincial presidida por el senador Enrique Bellido y la designación de una gestora, está en el origen de la candidatura de la capital. El candidato va a ser Rafael Merino, que ya fue alcalde entre 1995 y 1999, cuando perdió la vara de mando ante el pacto PSOE-IU. Merino, ahora diputado en el Congreso y portavoz municipal, sabe que es candidato desde diciembre de 2001, cuando Javier Arenas se lo comunicó. Bellido estaba molesto con la labor de Merino en el Ayuntamiento y, sobre todo, porque se le designase oficiosamente a sus espaldas. Arenas, Cristóbal Montoro y la cúpula del PP andaluz refrendarán hoy a Merino en un acto público. El PP sostiene que las encuestas le dan una clara victoria con Merino. Bellido, que ganó el congreso provincial con la oposición de la dirección nacional y regional y que ahora está suspendido de militancia, recabó sus apoyos en los pueblos, por lo que a sus partidarios se les conoce como el Foro de los catetos. En el desenlace de esta crisis se alinearon junto a Merino, María Jesús Botella, cuñada de José María Aznar, y María Antonia Cuadrado, la suegra de Francisco Álvarez-Cascos.

El ex alcalde (1995-1999) y actual portavoz, Juan Megino, pugna con el presidente provincial, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador. Megino ya ha manifestado a Arenas su interés por presentarse de nuevo, pero sus opciones son escasas. Arenas y la dirección regional se inclinan por Rodríguez-Comendador, presidente de la única Diputación que gobierna el PP en Andalucía. A Megino no se le perdona que en 1999, con todo a favor, no conservara la mayoría absoluta y que un pacto PSOE-IU le arrebatara el Ayuntamiento. Las relaciones de Megino y Rodríguez-Comendador no son buenas. En 1999, el primero montó su sede electoral en una oficina distinta al local provincial.

El presidente provincial, Juan de Dios Martínez Soriano, y el delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado, se postulan por ahora soterradamente. La decisión no está tomada y la encuesta ha resuelto pocas dudas. Martínez Soriano, diputado autonómico, tiene a su favor los resortes provinciales, aunque esta semana le ha salido un grupo crítico, el Foro por la Ética Política, que cuestiona su gestión en el partido, que preside hace 11 años. Desde 1999, cuando el polémico Gabriel Díaz Berbel perdió la alcaldía, el PP no encuentra referente. La dirección regional se inclina porque el aspirante sea Torres, aunque no tiene una relación fluida con su presidenta, Teófila Martínez.

El PP realizó en mayo en Aragón una encuesta autonómica y en las tres capitales para saber el coste político de la aprobación del Plan Hidrológico Nacional. La sangría es notable. El PP no cambiará ni a su alcaldable en Zaragoza, José Atarés, ni en Teruel, el empresario Manuel Blasco, que gobiernan con cierta precariedad. Sí se quiere renovación en Huesca, donde es incuestionable la primacía del actual regidor socialista, Fernando Elboj. Un sector del PP mantiene la apuesta de 1999 por Luis Acín, ex miembro del Partido Aragonés, pero los más afines a Francisco Álvarez-Cascos no le perdonan su voto contrario a los presupuestos de ese Ministerio para esa provincia.

Castilla y León fue el grano del PP en las últimas municipales. Perdió en Segovia, Palencia, Soria y Burgos. Y sigue sin tapar esos agujeros. Sobre todo en Palencia. El modelo de liderazgo patriarcal del ex presidente histórico, Jesús Mañueco, ha dejado múltiples secuelas. La aspirante más posible es Celinda Sánchez, diputada y alcaldesa de Venta de Baños. El panorama no es mejor en Burgos, emblemática por ser la cuna del presidente regional, Juan Vicente Herrera, y donde se manejan varias opciones, como sucede en Segovia o Soria.

El PP gallego celebra el día 20 su convención de candidatos. Va a renovar seis de las siete grandes ciudades, donde sucumbió en 1999 ante el pacto entre socialista y BNG, y con muchas mujeres en cabeza de cartel. Los problemas y las disputas provinciales se han silenciado gracias a la gestión moderada del secretario general, Jesús Palmou. A Coruña sigue presentándose inabordable, por la figura del socialista Francisco Vázquez, por lo que el PP busca un fajador entre distintas variables.

El nuevo candidato autonómico en Castilla-La Mancha, Adolfo Suárez Illana, se refrendó con una macroencuesta y ha provocado un efecto ilusionante en todo el partido. Los populares esperan que ese impulso sirva para cohesionar las provincias más conflictivas y sin figuras de relieve: Albacete y Cuenca.