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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Viaje con cámara

Wim Wenders fotógrafo sería difícil de entender desde el contexto estricto del medio, a secas, si se prescindiera de un conocimiento previo de su filmografía, de su interés por los temas que investigan la cultura occidental contemporánea. Una toma suya equivale a uno de esos cartones que se colocan en las vitrinas de los cines -antes más que ahora- para indicarnos de qué va la película. También, nos podemos perder si se olvida el diálogo que establece la imagen fija -síntesis de unos apuntes previos para las escenografías de sus rodajes- con la imagen de pantalla. Por lo demás, y sin obviar estos aspectos, Wenders es un fotógrafo de viajes, que igual retrata con exquisita sencillez descriptiva el cráter producido por un meteorito en Australia occidental que la larga fachada de una calle en Butte (Montana) o lo concreto de unos coches y una mujer durante una paciente espera en Houston, Tejas: imágenes que son la reinterpretación del concepto de las roads movies, como Alicia en las ciudades (1973), El amigo americano (1977), donde actúan otros directores a los que también le va la marcha fotográfica tales como Dennis Hopper, Samuel Fuller y Nicholas Ray o París, Texas. Trazos quietos (imágenes fijas, casi sedentarias) de muchos de estos escenarios y de su forma de hacer figuran, ahora, en esta muestra -igual que en otras más recientes: El cielo sobre Berlín (1987), Hasta el fin del mundo (1991), Lisbon Story (1995), Más allá de las nubes (1995), dirigida en colaboración con Michelangelo Antonioni, o El final de la violencia (1997)-.

IMÁGENES DE LA SUPERFICIE DE LA TIERRA

Fotografías de Wim Wenders Museo Guggenheim Bilbao Bilbao Hasta el 1 de octubre

Esta exposición es una antológica que agrupa por vez primera su producción fotográfica realizada a lo largo de 20 años en geografías tan diversas como grandes urbes, desiertos y paisajes en general: Estados Unidos, La Habana, Japón, el Mar de Galilea, Jerusalén o unas imprecisas carreteras de Australia, que retratadas por Wenders bien pueden convertirse en la abstracción de cualquiera situada en cualquier lugar del mundo; da igual; sus estándares visuales son los propios del cuaderno de notas de un viajero, los de un álbum de viajes.

Él es consciente de ello, sabe que 'sin cámara no hay viaje', no existe la experiencia del lugar, como tampoco los fantasmas que fija la memoria mientras dura la travesía. Wenders es un poeta que llena con sus panorámicas de forma sintetizada y estática el guión de sus películas, lo hace con igual espíritu -y distinta técnica- a como lo captaron los fotógrafos del siglo XIX, y comienzos del XX, que enseñaron el mundo desde los grabados de las enciclopedias. 'La fotografía es un medio de exploración, una parte del viaje, casi tan esencial como el coche o el avión. La cámara fotográfica hace posible la llegada. La fotografía te permite captar la esencia de un lugar la primera vez que lo ves. Antes de ver la imagen sientes que viene hacia ti, oyes su llamada. En ocasiones los paisajes se mueren por contarte sus historias, por transmitirlas', explica, porque, para él, estos paisajes se convierten 'en una metáfora del propio vacío que se produce en los protagonistas de las historias que cuenta en pantalla'.

Recuerdo un texto de Achille Bonito Oliva que acompañaba a una de las primeras exposiciones suyas hechas en España, ofrecida por la Sala Parpalló (Valencia, 1994), en la que comparaba sus registros formalmente a los de una suerte de transvanguardia evidenciada ante todo por su peculiar forma de hacer: 'Narrativa, nómada y ecléctica'; para él, Wenders, que era 'un enviado especial a la realidad', con sus fotos trazaba una descripción documental del mundo desde el punto de vista analítico. Lo cierto es que, posiblemente, y a la vista de la totalidad de lo expuesto, todo ello resulta menos frío; por el contrario, su visión es apasionadamente más poética porque no hay que ignorar el discurso visual de su cinematografía que transcurre en paralelo a estas imágenes en gran formato sintetizadas en clave poética.

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