Keymer es la nueva estrella del ajedrez tras ganar el primer torneo del Freestyle Grand Slam
Once días después de batir a Praggnanandhaa en Wijk aan Zee, el alemán, de 20 años, tumba a Firouzja, Carlsen y Caruana
![Keymer, durante la partida de la última jornada contra Caruana, este viernes en Weissenhaus (Alemania)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U2RX2TZ4XFDKHKCFIMGVR664LQ.jpg?auth=9025b9973cdfa8b19140be6dce85646c6fca5ea92419ea7061bb8b923096d662&width=414)
![Leontxo García](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fcd125f6d-44b3-4c5f-ae95-aa3bc97318b6.png?auth=6d22f2f55024283aaffda86113e8e7d601d19030d56a16b56634508afff5fccc&width=100&height=100&smart=true)
Como el excampeón del mundo Vasili Smyslov (1921-2010), Vincent Keymer fue un niño superdotado y tuvo que elegir el ajedrez o la música. Hoy, a los 20 años, está claro que decidió bien, no sólo por los casi 200.000 euros del primer premio sino, sobre todo, por su espléndido juego para doblegar consecutivamente a tres grandes estrellas en el primer torneo del Grand Slam en la modalidad freestyle (la situación inicial de las piezas se decide en un sorteo antes de cada ronda). Tras esta cita en un hotel de gran lujo en Weissenhaus (Alemania), el circuito seguirá en París (abril), Nueva York (julio), Nueva Delhi (septiembre) y Ciudad del Cabo (diciembre).
En su entrevista con el autor de esta crónica en 1983, Smyslov insistió mucho en el concepto de armonía como un factor común entre la música y el ajedrez. Y la armonía es la cualidad que mejor define el juego de Keymer, especialmente en la partida de hoy, quizá porque en la niñez también mostró un gran talento para la música, aunque también es cierto que su entrenador, el gran maestro húngaro Peter Leko, se distinguió asimismo por esa cualidad a lo largo de su carrera.
Los preámbulos y la hora inicial de esta última jornada en Weissenhaus tienen un especial interés. Tras conocer el resultado del sorteo, Keymer, quien el jueves había ganado al estadounidense Fabiano Caruana en el primer asalto de la final, se juntó con los uzbekos Yavojir Sindárov (de 19 años, rival del noruego Magnus Carlsen en la lucha por el tercer puesto) y Nodirbek Abdusattórov (adversario del estadounidense Hikaru Nakamura por el quinto) para discutir sobre esa configuración inicial. Los tres jugaban con las piezas negras. Tras diez minutos de vivaces intercambios de ideas, su conclusión fue que la mejor jugada blanca era 1 d4, y que no veían claro cuál era la continuación preferible.
Cuando el árbitro principal, el italiano Gerhard Bertagnolli, puso los relojes en marcha, los tres veteranos (Caruana tiene 32 años; Carlsen, 34; y Nakamura, 37) que conducían las blancas optaron por 1 d4. Ninguno de los tres jóvenes respondió al toque porque eran muy conscientes de que en esta modalidad basta un error en los primeros lances para quedar perdido de inmediato. Cuando llevaba unos ocho minutos de reflexión, muy concentrado, Keymer levantó un momento la mirada hacia el panel electrónico, donde pudo ver que ambos uzbekos habían replicado con jugadas que a él no le gustaban. De modo que siguió pensando, hasta 20 minutos (algo inaudito si se tratara de ajedrez clásico), y entonces acertó con una que las máquinas aplauden como la mejor, la más armónica.
Pero eso era sólo el principio del enorme esfuerzo que Caruana iba a exigir al joven alemán para consolidar el triunfo que había logrado el jueves en la primera partida de la final. El estadounidense, subcampeón del mundo en 2018, 4º del escalafón ahora, encontró el camino para convertir el tablero en un lío infernal, justo lo que él necesitaba para revertir el marcador y forzar el desempate rápido.
Sin embargo, Keymer exhibió en todo momento no sólo su gran talento sino una tremenda fuerza psicológica. El indicador digital de sus pulsaciones cardiacas rara vez pasó de 100 en toda la partida. Fue totalmente fiel a las instrucciones que él mismo se había dado por la mañana, según explicó después: “Tenía claro que no debía jugar demasiado conservador, evitando variantes arriesgadas, aunque fueran objetivamente buenas, porque eso suele resultar contraproducente. De modo que busqué siempre la mejor jugada, la que mantuviera mi posición lo más armónica posible, y eso me ha funcionado muy bien”. Tan bien que los intentos de Caruana de embarrar el tablero se derritieron como la nieve con el sol: tras sólo quince movimientos, Keymer ya no tenía problema alguno, y el empate se firmó en el trigésimo primero.
![Vicent Keymer posa durante el torneo en Weissenhaus](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4JMN7HL2PNEXJLBFRNMTK7BILA.jpg?auth=e26a88849a31ccb5309991fbe99de328df537efef2806b20d9271a2a990957c0&width=414)
Tras una discreta actuación en la liga rápida inicial (sexto de diez; se clasificaban los ocho primeros), Keymer ha sido sin duda quien ha mostrado una mayor calidad de juego: ganó en cuartos de final al francés Alireza Firouzja, en semifinales a Carlsen y en la final a Caruana, las tres eliminatorias por 1,5-0,5, sin necesidad de disputar ningún desempate rápido. Es verdad que su trayectoria hasta ahora no había sido tan brillante como la de otros jóvenes astros de su generación (especialmente los indios), quizá por una cierta carencia de instinto asesino. Pero el juego y la fortaleza psicológica que ha mostrado en una modalidad tan exigente, que obliga a pensar mucho desde antes del primer lance, no deja lugar a duda alguna sobre su tremendo potencial, también en el ajedrez clásico.
Los resultados peores de lo esperado en este torneo tienen diferentes explicaciones. El de Carlsen demuestra la extraordinaria dificultad de lograr la maestría en esta modalidad. El de Gukesh, probablemente el cansancio tras el duelo del Campeonato del Mundo y su casi triunfo en Wijk aan Zee (estropeado en la última jornada). El de Nakamura, la necesidad de jugar muy bien todos los días, y no sólo algunos. Y el de Aronián tiene más que ver con la mala gestión del reloj en la fase rápida.
A pesar de que su tercer puesto es un fracaso para él, a Carlsen se le ve contento porque está muy convencido de las modalidades del ajedrez freestyle: “Creo que conserva todo lo mejor del ajedrez clásico y añade el fascinante reto de tener que pensar muy profundamente y con extrema concentración desde antes de hacer la primera jugada. Aún no tenemos la experiencia suficiente para tratar las aperturas con virtuosismo, pero iremos mejorando con los torneos. En todo caso, estoy muy impresionado por el altísimo nivel mostrado por los jugadores más jóvenes. Quizá los veteranos tengamos que aprender de ellos”.
Clasificación final (con los puntos del Grand Slam): 1º Keymer 25 puntos; 2º Caruana 18; 3º Carlsen 15; 4º Sindárov 12; 5º Nakamura 10; 6º Abdusattórov 8; 7º Firouzja 6; 8º Gukesh 4; 9º Aronián 2; 10º Fedoséyev 1.
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![Carlsen, durante la partida que perdió ante Keymer este martes en el primer asalto de la semifinal en Weissenhaus (Alemania)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/L4LSRW3J6ZFBXDCK6BFJAEFDLI.jpg?auth=dfd8a96547d0660c7f0f61e4b4436a5e6b4751a6ba4f372da4ff54cd5c23997a&width=414&height=311&focal=2826%2C1300)