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Caruana se pasa en el ajedrez creativo y cae ante Keymer en la primera partida de la final

El alemán, de 20 años, está a un paso de ganar contra pronóstico el torneo inicial del Grand Slam de la modalidad ‘freestyle’

Keymer y Caruana
Keymer (izquierda) y Caruana, plenamente concentrados hoy antes de iniciar la primera partida de la final en WeissenhausStev Bonhage
Leontxo García

En el ajedrez freestyle (la posición inicial de las piezas se sortea minutos antes de cada partida) hay que invertir mucho tiempo en los primeros movimientos. Es la deducción más clara por ahora, confirmada por la derrota de Fabiano Caruana, 4º del mundo en la modalidad clásica, hoy en Weissenhaus (Alemania): su excesiva creatividad en la apertura ha sido muy bien castigada por el sorprendente alemán Vincent Keymer, de 20 años, 24º del escalafón, a quien le basta el empate este viernes con las piezas negras para llevarse los casi 200.000 euros del vencedor en el primer torneo del Grand Slam.

El gran maestro español Miguel Santos, de 25 años, tataranieto del célebre filósofo Miguel de Unamuno, es el entrenador de Caruana desde hace casi dos años: “Durante el Mundial de Astaná [Kazajistán, 2023], él comentaba las partidas en directo en inglés y yo en español para Chess.com desde la casa de nuestro colega David Martínez, El Divis, en Madrid. Comíamos juntos, convivíamos, y así surgió la idea de empezar a colaborar”.

Santos fue desde niño una de las grandes promesas del ajedrez español, como el leonés del mismo apellido Jaime Santos, entre otros. Pero la propuesta de Caruana le reafirmó en una idea que ya rumiaba desde la pandemia: disfruta más como entrenador o comentarista o autor de cursos y artículos que jugando torneos, aunque a veces compite en alguno: “Quizá soy un viejo en el cuerpo de un joven, que quiere una vida más tranquila. El caso es que me siento mejor. Para ser jugador profesional y vivir bien, de manera estable, quizá no te baste con 2.650 puntos Elo [equivalentes a estar entre los 80 mejores del mundo] y tal vez necesites 2.700, según en qué país vivas. Además, jugar siempre me causó estrés. Ahora sufro menos y disfruto más”, explica.

Esa última frase quizá sea especialmente cierta en Weissenhaus, donde ya estuvo con Caruana en el torneo de hace un año, porque el ajedrez freestyle no requiere una de las tareas más penosas y exigentes para un entrenador: analizar intensa y extensamente el repertorio de aperturas de cada rival y preparar cada partida en consecuencia. Ser tan minucioso carece de sentido en esta modalidad porque hay 959 maneras distintas de empezar la lucha, según lo que dictamine el sorteo.

De modo que el programa cotidiano es más tranquilo: “Como aquí el gimnasio no se abre hasta las 10.00, hacia las 08.30 vamos a dar un paseo por el bosque cerca de la playa, luego desayunamos y después jugamos unas partidas relámpago con alguna posición de freestyle”. ¿Sólo para que la mente entre en calor? “No, la idea principal es que Fabi se mentalice de que debe pensar en profundidad desde el minuto uno, pero al mismo tiempo debe ser ágil para no apurarse de tiempo”.

Los hechos -y no sólo el desenlace, hoy, del primer asalto de la final- indican que ni siguiera los grandes astros del ajedrez le han tomado la medida aún a cuánto tiempo deben invertir en la apertura. En la modalidad clásica, es normal que los primeros diez o quince lances -a veces, incluso más- se ejecuten de memoria en muy pocos minutos. Pero el freestyle requiere una concentración máxima desde que el jugador se sienta ante el tablero, a pesar de que antes ha dispuesto de unos diez minutos para reflexionar (a veces, con otros jugadores en debate) sobre la posición que ha dictaminado el sorteo. Santos refuerza esa interpretación: “Queda mucho por aprender, para todos; con cierta frecuencia, hay posiciones casi perdedoras en plena apertura. A veces, las dos primeras ideas que se te ocurren en cuanto a la posición inicial son realmente malas. De modo que es fundamental invertir el tiempo necesario en las jugadas iniciales”.

Concretamente hoy, Caruana ha invertido esos diez minutos previos nada menos que con el indiscutible número uno del mundo, el noruego Magnus Carlsen, y el número dos, Hikaru Nakamura, también estadounidense. Pero tan ilustre compañía y su propio esfuerzo de concentración máxima no han sido suficientes para evitar un error de concepto en el octavo movimiento: en lugar de continuar con el despliegue normal de sus piezas, Caruana ha preferido una extraña maniobra con una torre que ya estaba bien situada. Esa idea era discutible pero interesante, por creativa; pero poco después, en el duodécimo lance, otra maniobra con la misma torre le ha dejado estratégicamente perdido.

De izquiera de derecha: Nakamura, Carlsen y Caruana debaten sobre la posición inicial antes de la partida, hoy en Weissenhaus
De izquiera de derecha: Nakamura, Carlsen y Caruana debaten sobre la posición inicial antes de la partida, hoy en WeissenhausLennart Ootes

A partir de ahí, Keymer ha confirmado la impresión que dio en la semifinal, cuando eliminó a Carlsen, y la que viene dando en ajedrez clásico desde su adolescencia: no es tan brillante como otros jóvenes astros, pero tiene una comprensión del ajedrez muy profunda, que recuerda un poco a la del glorioso excampeón del mundo Anatoli Kárpov. El alemán ha sido impecable e implacable hasta forzar el abandono de Caruana en la jugada 33. Para entonces, Carlsen ya había vencido con claridad al sorprendente uzbeko Yavojir Sindárov, de 19 años, en el primer asalto de la lucha por el tercer puesto. Nakamura ha vencido con negras al también uzbeko Nodirbek Abdusattórov en la pelea por el 5º. Para dilucidar quién termina el 7º, la partida entre el francés Alireza Firouzja y el indio Dommaraju Gukesh, flamante campeón del mundo de ajedrez clásico, ha terminado en tablas.

La rutina normal cuando la partida no ha sido muy larga es que Caruana y Santos vayan antes de cenar al spa, donde pueden repasar los momentos clave o, en el caso de hoy, reflexionar profundamente sobre las causas de la derrota. Entre las virtudes del estadounidense, quien también tiene la nacionalidad italiana, está sin duda la resiliencia, como demostró en las semifinales al salir vivo de varias posiciones perdedoras ante Sindárov antes de tumbarlo en la muerte súbita.

El entrenador sevillano, de Utrera, lo explica así: “Además de una memoria brutal, Fabi destaca mucho por su tenacidad en el esfuerzo. Hay que ganarle la partida siete veces. Jugamos muchas de entrenamiento. Me gana la gran mayoría, y a veces lo hace desde posiciones en que yo sé que probablemente ganaría frente a un rival normal. Pero él encuentra maravillas, le da la vuelta a todo, lía mucho la posición, busca la mejor defensa todo el rato… Es una resistencia constante que le lleva a salvar muchos puntos”.

Santos también confirma la opinión general sobre Caruana como persona: “Me sorprende muchísimo lo humilde que es, a pesar de que ha sido el 2º del mundo numerosas veces. Recuerdo, por ejemplo, que en Madrid discutía las partidas con nosotros tratándonos de igual a igual. Es muy fácil llevarse bien con él”.

Este viernes, en el segundo asalto de la final, la modestia será más útil para Keymer que para Caruana, pero la tenacidad sí puede ser el arma clave para el ítalo-estadounidense, además de la enorme clase que tantas veces ha exhibido. Por ejemplo, cuando obligó a Carlsen a imponerse en el desempate rápido del Mundial de Londres, 2018. Sin embargo, Keymer está ante la mejor ocasión de su carrera hasta ahora para saltar a la fama y embolsarse casi 200.000 euros. Desde su punto de vista, la clave puede estar en cómo aguantará el miedo escénico en su propio país, con todos los focos centrados en él.


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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).
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