Noticia de Zamora
El juez Francisco Casado acaba de archivar los 50.000 folios del denominado caso Zamora, en el que había 33 personas imputadas, en su mayoría constructores y políticos relacionados con el PP.
A propósito: el sociólogo José Manuel del Barrio Aliste acaba de sacar un libro polémico, Voces del Oeste (ediciones Monte Casino), que es el tema candente en la librería Semuret y en las páginas de La Opinión-El Correo de Zamora. Le telefoneo para preguntarle por qué quiere que cada año 2.000 paisanos suyos visiten Lleida. '¿Así que ha leído el libro?', me responde, asombrado. Y es que esas voces desde el Oeste nadie las oye. Luego me cuenta su afecto por mis paisanos, me habla de los informes sobre Zamora de La Caixa y de la Universidad de Bellaterra, me comenta sus repetidos viajes de trabajo a Lleida y su asombro porque esta provincia 'en sólo 20 años ha conseguido alcanzar un nivel de renta que está por encima de la media de España'. Quedamos en vernos esta noche cuando regrese de la Universidad de Salamanca, donde es profesor.
'Con noventa millones de pesetas al año podrían visitar Lérida unas dos mil personas, siete días, con los gastos pagados'
En este calor seco hay que echarle voluntad a caminar desde la plaza Mayor a la catedral, por el eje peatonal de las calles de Ramos Carrión (el poeta local), rúa de los Francos y rúa de los Notarios. Cada 50 pasos, entre un bar y una zapatería, se abre una plaza con plátanos, un palio de sombra. Y en cada plaza se alza una iglesia del siglo XI o XII, ese rosario de templos de elegante fábrica que le han valido a Zamora la fama de capital del arte románico: la Magdalena, Santiago del Burgo, San Isidoro, la catedral, y, más allá de la muralla sobre el Duero, San Claudio de Olivares. Esta hermosa ciudad de frontera conserva muchas leyendas medievales sobre revueltas campesinas, duelos entre nobles, espadones fantásticos que se aparecen de noche en cada palacio antiguo hoy reciclado en hostal, parador o dependencia municipal, con todas las torres y agujas coronadas de nidos de cigüeña. Pero del medievo a hogaño, poca gloria, salvo la casa donde tiene sede la editorial Lucina, que edita los libros del gran García Calvo, que nadie lee: 'Del campo de nadie vengo,/ del campo nuestro:/ del campo de España, amigos,/ del campo perdido'. (Del tren, 1963).
Por estas calles tranquilas año tras año desfilan las manifestaciones, algunas muy nutridas en proporción a los 200.000 habitantes de la provincia o los 30.000 de la capital. Siempre hay un motivo. La provincia es de las que menos han crecido en la democracia, de las que más han envejecido, de las más pobres, que más oscuro ven el futuro. Es curioso, con tanta mani, que el índice de participación en los comicios sea muy bajo y siempre ganen los mismos.
Aquí se vive en pleno espíritu de 1898, en permanente interrogación sobre la propia decadencia. Un círculo cívico convoca el concurso literario Proyectos e Ideas para la Revitalización de Zamora, y un foro abierto de intelectuales locales se reúne en cierta cafetería a intercambiar ideas. El tan largamente vindicado recinto ferial tiene al fin sede en las afueras, que cría goteras, sin ideas para activarla. Los ejes de desarrollo pasan más al norte o más al sur. Al otro lado de la frontera, la región portuguesa de Tras-os-Montes, como el desierto de los tártaros. La geografía es amena, pero no hay turista que haga noche, ni por el lago de Sanabria.
El clima mental oscila entre la resignación y la queja y cuaja en pesimismo. Todo aquel a quien preguntes, incluso gente cercana al PP gobernante, menciona con la boca grande o pequeña el 'caciquismo', el clientelismo, como raíz de todos los males. Es vox populi, y lo recogen informes bancarios catalanes y madrileños, la red formada por las 'grandes familias' vinculadas a la pequeña burguesía rural y comercial, y sobre todo últimamente a la construcción, con nudos en la Cámara de Comercio, las fundaciones bancarias, las cofradías de Semana Santa, el partido, y con centro en la Diputación Provincial, la única de España que no ha cambiado de manos en toda la democracia.
El libro de José Manuel del Barrio Aliste, que es un entusiasta, inquieto cuarentón que parece treintañero, se cura en salud: primero enumera los males según las declaraciones públicas de cientos de zamoranos a lo largo de los últimos 25 años. Luego desmonta los tópicos fatalistas y propone sus propias 'recetas para salir del paso'. Entre ellas, me llamó la atención ésta: 'Con una inversión de noventa millones de pesetas al año podrían visitar Lérida unas dos mil personas -agricultores, ganaderos, dirigentes de sindicatos agrarios, gerentes de empresas, alcaldes, agentes de desarrollo local...- con todos los gastos pagados durante siete días. Parece una tontería pero sería una de las inversiones más productivas. Hay que dejar de mirarse tanto el ombligo y aprender de los demás. Lérida puede ser un buen ejemplo'.
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