Aznar reprende al PP por olvidarse de su liderazgo europeo y perderse en polémicas internas
El presidente recuerda a su partido que en el congreso de enero estaban 'paseando por el cielo'
El presidente del Gobierno, José María Aznar, aterrizó ayer por unos momentos en la política nacional tras el semestre en el que ha presidido la Unión Europea y en el que cree haber colocado a España como 'modelo y ejemplo a seguir' entre los países más grandes del continente. Pero Aznar no concreta su deseo de 'bajar a la tierra', como prometió en Galicia en febrero de 2001. Aznar clausuró una convención del PP en un hotel de Madrid para pregonar los logros de su presidencia. El líder del PP citó dos veces al ideólogo de la tercera vía, Anthony Giddens, que encumbró a su amigo el laborista Tony Blair, para ensalzar desde un punto de vista más neutral los grandes méritos de su presidencia en un 'ambiente tan complejo', con procesos electorales en distintos países y una gran crisis económica mundial y política en Oriente Próximo.
Aznar parafraseó al escritor Francisco Aldana, 'tras tanto acá, yendo y viniendo, ya se ha terminado la presidencia'. Y lo dijo con alivio, ante el esfuerzo realizado por su equipo político y por el cuerpo de funcionarios españoles, a los que elogió sin disimulo. Pero también lo resaltó con satisfacción. Y con una intención muy evidente.
El presidente ofreció una serie detallada de ejemplos de cómo miran con envidia al PP por toda Europa para reclamar a los dirigentes y militantes españoles de su partido, a los que suele diagnosticar como ciclotímicos, que estén más 'orgullosos y contentos' de su situación de lo que aparentan. Pero no 'arrogantes ni chulos'. Una alusión, además, especialmente oportuna tras abrirse la semana pasada una indisimulada disputa entre sectores del PP liderados por Javier Arenas y Francisco Álvarez-Cascos sobre los métodos de confección de candidaturas y listas.
Aznar destacó así cómo el partido del Gobierno ahora en Portugal 'se ha inspirado' en el PP, que en Italia son 'el punto de referencia', que en Francia quieren copiar 'literalmente' su programa y que en Alemania 'se miran' en el espejo de su 'política de éxito'. Todo ello adornado con la coletilla falsamente modesta de 'y con perdón'.
El presidente subrayó ese mensaje y el compromiso de rebajar el paro registrado del 15,5% en marzo de 1996 al 8,6% ahora para exigir al PP más confianza y seguridad en sus posibilidades. Una reprimenda indirecta.
El jefe de Gobierno concluyó que todos esos hallazgos no se han alcanzado por casualidad sino porque el PP es un partido con tres 'coherencias esenciales': un proyecto y no 17 y variopintos como la nueva confederación de partidos del PSOE en Aragón; un programa y, sobre todo, 'la cohesión interna'.
Esa llamada a respetar disciplinariamente lo aprobado y definido en el XIV Congreso Nacional del PP de enero la aderezó Aznar -'curado de espanto'- con una recomendación a moderar los estados de ánimo internos: 'En enero estábamos tocando con los dedos el cielo, paseando por el cielo, qué espectacular, y ahora parece que estamos rasando la tierra todos los días. Ni una cosa ni la otra'.
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