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El agente que mató en Córdoba de 6 tiros a su ex esposa dice que fue un arrebato

Las acusaciones reclaman penas de entre 17 y 22 años de cárcel

El guardia civil Juan Julio G. J., de 37 años, reconoció ayer, en la primera jornada del juicio que se celebró en la Sección II de la Audiencia de Córdoba, haber matado a su ex mujer, Antonia S. M., de 33 años, dándole seis tiros, tres en el pecho y tres en el pubis, en presencia de sus dos hijos, que entonces tenían seis y 11 años. 'No sé qué me dio en la cabeza', declaró el acusado, 'en ese momento no sabía lo que hacía'. La pareja se había separado legalmente apenas un mes antes; él no aceptaba la nueva situación e insistía en reconciliarse.

Según su narración, Juan Julio G. J., tras llevar a sus hijos a la feria en la tarde del 23 de mayo de 2001, los dejó en casa de los padres de su ex mujer, sobre las 20.30. Entonces se fue a ver el fútbol, añadió, y no salió a la calle hasta dos horas después, cuando fue en busca de un cajero automático. Llevaba encima su arma reglamentaria, 'como siempre', dijo. De acuerdo con su testimonio, en ese momento se encontró con Antonia S. M., que regresaba a su casa con los niños, y le preguntó 'qué horas eran ésas de volver'. Ella le dijo que la dejase en paz, que no quería discusiones y que él no tenía derecho a preguntarle nada.

El guardia civil se encaró con su ex mujer y le disparó tres tiros a la altura del corazón; luego se detuvo y vació el resto del cargador sobre su pubis. Antonia S. M. murió de inmediato. El acusado envió a los niños corriendo a casa de sus abuelos, tiró la pistola y pidió a un transeúnte que llamara a la policía. 'He matado a mi mujer, he hecho una barbaridad', dijo.

Aunque el relato de Juan Julio G. J. niega la premeditación y atribuye la agresión a un arrebato, tanto la acusación particular, que representa a la familia, como la popular, que ejerce el Ayuntamiento de Córdoba, y la Fiscalía, coincidieron en recalcar que el acusado se dedicó a buscar a su ex mujer, primero en el recinto ferial y después en las inmediaciones de su domicilio, con objeto de matarla. Todos sostienen que la esperó en un lugar semioscuro y la atacó por sorpresa, sin que ella pudiera defenderse ni huir.

Un aspecto de peso puede ser el económico. Según la defensa, el salario de Juan Julio G. J. ascendía a 180.000 pesetas, y debía dar a Antonia S. M. y a sus hijos, según el convenio de separación, 105.000 pesetas cada mes (de hecho sólo pagó una mensualidad). Cuando el abogado defensor preguntó al acusado qué efecto tenía sobre él la negativa de su ex esposa a reanudar la relación, contestó: 'Para mí que no quisiera volver conmigo significaba seguir sin dinero, sin mis hijos, sin mi casa, sin tener nada en la vida'.

Para la defensa, Juan Julio G. J., deprimido, sufrió un acceso de cólera que le hizo perder el control de sus actos. Por eso considera la muerte de Antonia S. M. un homicidio y pide para el acusado 10 años de cárcel. La Fiscalía solicita 17 años de prisión y no ve ensañamiento. La acusación popular reclama 20 años y estima que no existió trastorno psiquiátrico ni merma en las facultades mentales de Juan Julio G. J. La acusación particular pide 22 años por asesinato con alevosía y ensañamiento, con el agravante de parentesco, más dos años por malos tratos continuados.

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