Refinamiento verde en Sotogrande

Ahuyentados los demonios de la masificación turística, Sotogrande y su urbanización constituyen el sanctasanctórum del famoseo más fino de España. Un paraíso para aislarse de los paparazzi, vivir sin reloj, oler todo el rato a clorofila y, por supuesto, jugar al golf. Seis campos con 108 hoyos alientan la celebración de importantes torneos internacionales, como la Ryder Cup, disputada en 1997 en el de Valderrama. El último de los proyectos alumbrados en este tramo del litoral gaditano, muy pegado ya a la Costa del Sol, es un hotel con personalidad propia que gestiona la cadena NH.

El Almenara Golf-Hotel & Spa no escatima lujos para esta clientela tan exigente, venida de todos los rincones de la Europa templada. Sol, playa, naturaleza impoluta y un refinamiento sin tildes ni devaneos barrocos. Demasiadas cartas para desaprovechar el buen momento que vive el turismo de calidad y la hostelería cinco estrellas, expresada con las mejores maneras en este complejo de casitas bajas. Un edificio poliédrico, en el centro de la urbanización, aloja la recepción y la conserjería, el piano-bar y un restaurante de etiqueta elevado a los cielos de la planta superior, frente al green del siete. Si se prefiere un ambiente más distendido, tanto en la cena como en los desayunos, vale el caminar unos pasos hasta el Vein Tee Ocho, donde enciende la noche una barbacoa recortada sobre los montes de Sotogrande.

Alrededor del edificio principal se dibuja una estrella de adosados donde se arraciman las 148 habitaciones y suites del complejo, además de la casa-club de golf, el área lúdica con piscina y el centro termal Elysium, cuyas elegantes instalaciones incluyen una piscina dinámica, un baño turco, un camino de guijarros, diversas salas de tratamiento y musculación y bañeras de hidromasaje.

El servicio es cortés y eficiente, pero también muy distendido. Adquiere pronto familiaridad con el huésped. Amplias, despejadas y provistas de terraza con vistas al golf, las estancias sobresalen por la alta calidad de su amueblamiento, así como por los lujos de su ornamentación, sin la menor estridencia. Las camas son comodísimas, de dimensiones regias. El cuarto de baño, impecable. No se oye una mosca en toda la noche.

Almenara es una meca para golfistas ansiosos por hacer el par de su vida, pero también un alivio para urbanitas con estrés. La tranquilidad reinante impide el contagio de esta extendida enfermedad contemporánea. Una cura en el hotel no exige más esfuerzo que el producido por la práctica del golf.