_
_
_
_

El regreso del hijo del jardinero

Ramon Saumell visita la casa donde nació, en 1910, en el parque Güell, invitado por el Año Gaudí

Ramon Saumell nació en el parque Güell porque su padre le cayó en gracia al conde. Eusebi Güell había entrevistado ya a siete posibles jardineros del gran conjunto inmobiliario que proyectaba Antoni Gaudí, y Carles Saumell le pareció idóneo porque entonces era soltero. 'El conde no quería niños revoloteando por ahí, pero mi padre no tardó ni dos meses en casarse. Pronto nacimos mi hermano Alfons y yo'. Ramon Saumell, de 92 años, regresó ayer a la casa donde nació en 1910 y vivió hasta 1956, uno de los pabellones de la entrada del parque. Los organizadores del Año Gaudí quisieron así rendir homenaje a alguien que conserva la memoria viva de uno de los símbolos indiscutibles de la ciudad.

Acompañado por casi toda su familia, Saumell revivió ayer exultante recuerdos, anécdotas, imágenes y alguna gamberrada infantil. Con la memoria intacta y el lenguaje preciso de quien ha conocido el vocabulario de la naturaleza de primera mano, el hijo del jardinero evocó 'el carácter' y la religiosidad de don Antoni, de quien fue vecino durante unos años. Gaudí se instaló en 1906 en la casa muestra del parque y allí vivió con su sobrina -'que era alcohólica'- hasta que ésta murió. 'Cuando trabajaba en la Sagrada Familia regresaba siempre de noche y caminando. A veces, yo pensaba que lo hacía como penitencia', relató.

Hacia Gaudí conserva una admiración que ha hecho que haya ido acumulando todos los libros que se han publicado sobre su obra. También un gran agradecimiento. Una vez muerto Eusebi Güell en 1918, y abandonado al gran proyecto de ciudad jardín, los herederos del conde planearon vender el recinto al Ayuntamiento y dijeron al jardinero que se buscara otro empleo. Gaudí, explicó, intercedió ante Rubió i Tudurí, entonces responsable de los parques y jardines del consistorio, para que su padre conservara el puesto y la casa.

Saumell quiso explicar una anécdota 'inédita' del arquitecto para ilustrar su carácter. 'Cuando llegaba de noche normalmente le acompañaba el sereno porque el camino hasta su casa quedaba muy oscuro. Un día, el sereno no estaba y le esperó uno de los encargados del mantenimiento, que había llegado de un pueblo de Lleida hacía poco tiempo. De repente oímos como don Antoni se puso a gritar que apartaran de delante suyo a ese hombre porque tenía una lengua del infierno. Mi padre tuvo que salir de casa para calmarle. Llegamos a la conclusión de que el encargado le había soltado alguna blasfemia o palabrota que Gaudí no toleró'.

Acompañado por uno de los organizadores del Año Gaudí, Saumell recorrió todas las estancias de la que fuera su casa, restaurada el año pasado y convertida ahora en un Centro de Interpretación del parque. Saumell explicó que su familia compartía la vivienda con sus tíos, que se quedaron allí hasta 1971. Con tanta precisión que uno de sus familiares recomendó que lo contrataran como guía turístico, echó de menos la chimenea que ocupaba la planta baja y recordó que 'las ventanas no cerraban bien', por lo que en invierno pillaba más de un resfriado.

El jabalí de Güell

A pesar de ello, continuó, su vida transcurría, de hecho, al aire libre. 'En tiempos del conde el parque sólo estaba abierto al público por las tardes, pero venía poca gente'. Así, lo más corriente era que los niños invitaran a sus amigos para recorrer de punta a punta el recinto, para ir en bicicleta, jugar a pelota, hacer puntería con el tirachinas contra el trencadís de los rosetones de Jujol de la plaza hipóstila y cazar serpientes: 'Había muchísimas. Un verano, mi hermano mató siete'. Además de los reptiles, en el parque también apareció una vez un jabalí: 'El conde organizó una cacería y cuando lo hubieron matado lo hizo disecar para colgarlo en la entrada de su residencia'.

Con la familia del conde mantuvo poco contacto. Su madre tenía aleccionados a los niños para que desaparecieran de la circulación cuando algún Güell asomaba la cabeza. 'A causa de eso subimos muy vergonzosos', recordó con picardía. 'Güell pagaba unos salarios muy bajos, pero hay que reconocer que teníamos casa, luz y agua francas y un huerto', continuó.

Ramon Saumell, en la puerta del que fuera su domicilio de infancia, junto a la entrada principal del Parque Güell.
Ramon Saumell, en la puerta del que fuera su domicilio de infancia, junto a la entrada principal del Parque Güell.ANDREU BLANCHAR

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_