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LAS CONSECUENCIAS DEL 20-J
Columna
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Europa nostra

Cuando se publiquen estas líneas, en Sevilla se habrán retirado los oropeles y las barreras policiales características de un Consejo Europeo, que servían respectivamente de ornato para las figuras incluidas en los carteles y de disuasión para los espontáneos dispuestos siempre a cambiar el sentido de la fiesta. Una vez arrastrado el último toro de esta particular feria, la empresa de la plaza puede descansar tranquila. Al fin, los jefes de Gobierno de 14 países miembros y el presidente de la República Francesa se han disuelto después de la reunión celebrada el viernes y el sábado pasados sin que se produjeran incidentes dignos de mención ni se registrara actitud alguna de abierta resistencia a la autoridad. Lugares de reunión y hoteles fueron desalojados en perfecto orden sin daños relevantes en el mobiliario y poco después los aviones, tanto civiles como militares, pudieron despegar hacia sus destinos en las distintas capitales de la Unión conforme a los horarios que habían sido convenidos. En definitiva, un éxito.

Para más detalles sobre los contrastes entre las prioridades enunciadas al lanzar el programa de la Presidencia española y los logros obtenidos se recomienda la lectura del informe preparado por la Secretaría de Estado de Asuntos Europeos y remitido al Congreso de los Diputados, en cuyo pleno de ayer compareció el presidente del Gobierno, José María Aznar, según se informa en esta misma edición de EL PAÍS. El Gobierno partía de un lema, 'Más Europa', y de seis objetivos: la lucha contra el terrorismo, el éxito de la puesta en circulación del euro, el impulso al Proceso de Lisboa, la ampliación de la Unión, el desarrollo de las relaciones exteriores y el debate sobre el futuro de Europa. Del primero, lucha contra el terrorismo, sólo se puede destacar que ahora Estados Unidos ofrece y reclama una cooperación reforzada en este ámbito pero que se ha convertido en exportador de aberraciones y confusiones varias en torno a las garantías judiciales, el respeto a los derechos humanos y el papel a desempeñar por las Fuerzas Armadas en este campo.

En cuanto al éxito de la puesta en circulación del euro resulta algo atribuible en principio a la excepcional competencia y dedicación del comisario Pedro Solbes, siempre silenciado por las autoridades indígenas, y al Banco Central Europeo, sin que se conozcan a escala de la Unión aportaciones relevantes del ministro Rato y compañía. Así llegamos al punto tercero, el impulso al Proceso de Lisboa, es decir, de las Grandes Orientaciones de Política Económica. En esta cuestión discrepan los autores porque los acuerdos del Ecofin (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas) han sido de mínimos y suponen, como ha subrayado la prensa internacional, un quebranto, más o menos edulcorado, de las obligaciones contraídas en el Pacto de Estabilidad respecto al déficit público cuya observancia París, por ser quien es, ha logrado condicionar a tasas de crecimiento superiores al 3%. Mientras que muchos compromisos de reforma quedaban pospuestos al horizonte de 2010.

De la ampliación de la Unión podrían subrayarse los avances en más de 100 capítulos negociadores, pero la gloria de los acuerdos será danesa. El desarrollo de las relaciones exteriores ha sido sobre todo la respuesta a los requerimientos suscitados por algunas graves crisis internacionales y debe ponerse también en el activo del infatigable Javier Solana, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, acertado inventor de ese nuevo puesto, y de Miguel Ángel Moratinos, que con riesgo y esfuerzo asegura la representación de la UE ante Israel y Palestina. Dicho sea lo anterior sin menospreciar la difícil V Conferencia Euromediterránea o la II Cumbre entre la Unión Europea y los Países de América Latina y Caribe sesgada por las añadidas obsesiones antiterroristas del momento.

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