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LAS CONSECUENCIAS DEL 20-J

El PP congela su relación con CiU como castigo por "jalear" la huelga general

Arenas anuncia un 'periodo de reflexión' de meses para evitar el anticipo electoral en Cataluña

Javier Casqueiro

José María Aznar lo discutió este fin de semana con la cúpula del Gobierno y del PP y ayer el secretario general del partido, Javier Arenas, tras los maitines semanales de La Moncloa, lo trasladó a la opinión pública. El PP ha abierto un 'periodo de reflexión' de unos meses sobre el sentido de sus maltrechas relaciones con CiU. Aznar está harto de la 'deslealtad' de la coalición que preside Jordi Pujol pese a que le ofreció entrar en su Gobierno hace cinco meses. El PP no ha podido aguantar más los 'insultos, las ambigüedades calculadas' y, finalmente, el 'jaleo' y apoyo de CiU a la huelga general.

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La huelga general del 20-J se ha cobrado ya una primera víctima política en el matrimonio de conveniencia que llevan años fraguando el PP y CiU. Hace tiempo que las relaciones entre Aznar y Pujol, y por extensión entre el Gobierno del PP y la Generalitat y CiU, no funcionan. Casi desde el final de la anterior legislatura.

El presidente del Gobierno intentó amortiguar esos desencuentros ofreciendo el pasado otoño en privado a Pujol que CiU formase parte del Gobierno central. Oferta que le reiteró este enero, poco antes del XIV congreso nacional del PP. Esa estrategia no funcionó. Se habló más tarde de la necesidad de una nueva cita secreta para febrero o marzo entre ambos mandatarios. Y se destacó más tarde, en los contactos entre ministros, consejeros y los secretarios generales de ambos partidos, que la estabilidad de la legislatura en Cataluña estaba asegurada. Era un escenario de ficción lleno de buenos deseos.

CiU no se siente cómoda en el Congreso de los Diputados con la mayoría absoluta de la que disfruta el PP esta legislatura. No dispone de información privilegiada ni anticipada de los principales proyectos y luego, cuando son públicos, hace juegos malabares para recomponer su posición.

El secretario general del PP, Javier Arenas, comunicó ayer públicamente, tras escuchar a Aznar en los reanudados maitines, la ruptura en el estilo de las relaciones políticas mantenidas hasta ahora con CiU. Y luego se entretuvo en enumerar 'el cúmulo de circunstancias', 'dudas', y 'ambigüedades calculadas' de CiU con las principales iniciativas del Ejecutivo después de 'tres años de impulso a la estabilidad en el Gobierno de la Generalitat' por parte del PP catalán. CiU está en minoría en Cataluña desde las últimas elecciones, celebradas hace dos años y medio.

Arenas relató, en ese sentido, que CiU, 'cuando se votó en el Congreso la Ley de Partidos, votó que sí y que no', que luego no tuvo la decisión para respaldar el Pacto Antiterrorista, que votó en contra de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, y, para culminar las divergencias, apoyó de forma 'directa e indirecta' la huelga general en la misma línea que el líder del PSC, Pasqual Maragall.

El número dos del PP se traía la lección muy aprendida de la reunión con Aznar. Arenas añadió que para 'sorpresa' y malestar del Gobierno y del PP, CiU 'un día si y otro no, nos insulta'.

El Gobierno y el PP inician este 'periodo de reflexión' hacia CiU y no hablan formalmente de ruptura de relaciones tan sólo para evitar en la medida de lo posible un anticipo de las elecciones autonómicas en Cataluña, que deberían celebrarse en otoño de 2003, dentro de algo más de un año. El PP, entre otras cosas, no tiene resuelto su problema de liderazgo y, por tanto, de candidato para esos comicios. El eterno aspirante de los últimos años, el ministro de Exteriores, Josep Piqué, ha comunicado hace poco su buena disposición, pero todo está por resolver. El congreso regional del partido no será, como todos los demás, este otoño.

Aunque el PP no quiere que Pujol adelante las elecciones, tampoco quiere soportar más tiempo los desplantes permanentes de los líderes de CiU y sus 'complejos' con los populares. 'Hacen política mirando con un ojo a Esquerra Republicana de Catalunya y con otro al PSC de Maragall, y eso entraña riesgos electorales', remachó Arenas. En el Gobierno y el PP ha sentado muy mal la actitud de CiU ante la huelga. Arenas reconoció ayer que ese talante 'de jalear y apoyar' el paro había sido un 'detonante' en el replanteamiento de esa sociedad con CiU.

El PP cree que así CiU ha 'fortalecido a Maragall', en teoría un rival tanto de los nacionalistas como de los populares para los próximos comicios. Arenas admitió que ni habían advertido a CiU en privado de esa ruptura de relaciones ni tenían por qué hacerlo. Subrayó que es el PP el que está pensándose qué hace en Cataluña con sus apoyos políticos.

El número dos del PP aprovechó para presumir de lo fortalecido que salía el Gobierno de la huelga en comparación a la semana pasada tras el escoramiento hacia la izquierda radical del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, por sus compañías con Gaspaz Llamazares, el coordinador general de IU. Arenas recordó la foto entre Joaquín Almunia y Francisco Frutos, sus predecesores, y el mal resultado electoral.

Javier Arenas, secretario general del PP, y Xavier Trias, portavoz parlamentario de CiU, en el Congreso.
Javier Arenas, secretario general del PP, y Xavier Trias, portavoz parlamentario de CiU, en el Congreso.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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