La madre del bebé muerto en Alicante ingresa en prisión
Los progenitores no aclaran lo sucedido
La madre del bebé muerto en Alicante el pasado lunes por supuestos malos tratos en el ámbito familiar, M. B., de 24 años, se encuentra en el centro penitenciario de Fontcalent por orden del Juzgado de Instrucción 3 de Orihuela. Un juez de Alicante decretó prisión también para el padre el miércoles, y dejó la investigación en manos del magistrado de Orihuela.
Los interrogatorios judiciales a los progenitores no han contribuido a explicar lo ocurrido al bebé fallecido, de tres meses, y a su hermana melliza, que sufrió una fractura en un brazo y magulladuras en un ojo, según fuentes de la sede judicial de Orihuela. 'No han aclarado lo que sucedió. La madre se limitó a contar, con ayuda de un traductor de árabe, que los bebés lloraban y que los llevaron al hospital. Niega las posibles agresiones. Rechaza incluso que provocaran algún zarandeo violento al pequeño', según las fuentes.
La muerte del bebé no fue natural, según la autopsia. El desenlace le sobrevino por una lesión interna en la cabeza, un hematoma craneal, probablemente por una sacudida o una agitación violenta. La autopsia no denota golpes concretos.
Tanto el padre como la madre se encuentran en prisión provisional, comunicada y sin fianza, por posible responsabilidad en el homicidio del menor, lesiones a su hermana melliza y maltrato.
El matrimonio pasó el domingo entero con los bebés en la casa donde residen en Pilar de la Horadada (Alicante). Una mujer que se encarga de cuidarlos de vez en cuando, junto a otros pequeños ecuatorianos, estaba ese día de viaje fuera de la provincia. La madre no contó si en el domicilio se había producido alguna situación agresiva con los bebés la noche del domingo. 'Costaba sacarle cada palabra durante el interrogatorio. Parecía que no se encontraba bien psíquicamente. Es posible que se le someta a un chequeo psiquiátrico', señalaron fuentes judiciales.
El padre indicó que su esposa vivía últimamente sumida en una depresión por su inadaptación a la vida en España, agudizada por no poder hablar el castellano, y que le había comprado algunos medicamentos. El padre, al ser interrogado en Alicante, mantuvo una posición poco colaboradora para esclarecer los hechos. Se limitó a decir que los pequeños lloraban y que los llevaron al centro médico. Uno y otro negaron que les hubieran pegado.
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