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VISTO / OÍDO
Columna
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Misterios

Arenas y Cabanillas, Demóstenes del Gobierno, dijeron que no había huelga. Los sindicatos, que había sido masiva. A Miguel Ángel Ordóñez, ponderado aunque economista, le escuché: 'Nunca sabremos quién ha ganado ni quién ha perdido'. Una frase que me gusta en general porque la era de la comunicación y el triunfo de la información consiste en que nunca sabremos lo que pasa. Quizá algunas damas sabrán que pueden poner menos sustancia al piri (madrileñismo: cocido) y que los trompitos (mad. garbanzos) estarán viudos; damas y caballeros, que la cocina es de todos, y Dios está entre los pucheros, como decía la Santa. Eso será después, cuando el decreto surta sus maléficos efectos. De momento, no sabemos nada: pero la electricidad y el gas natural han reducido su consumo, hay industrias que han cerrado. Y el Gobierno, digamos que Rato, mandó suprimir las cifras que se dan a diario en la página web: otro dato de su sentido de la verdad. Rato estuvo prudente. Es verdad que los Demóstenes y guerreros del antifaz se pasaron y Rato es un caballero de industria.

Pero los tres, y los que me quedan por oír, tienen una consigna que obedecer: la huelga es política, es culpa del PSOE, como todo -algo tuvo que ver con el pecado original-, porque realmente los obreros no podían estar en huelga por un decreto que los favorece y sólo perjudica a los vagos: y como los vagos no pueden estar en huelga, porque es su estado permanente, he aquí que habían sido engañados, ¡una vez más!, por los socialistas. Yo lo sabía desde hacía tiempo porque Franco nos lo enseñó a mí y a mis descendientes, y aunque fuéramos muy escépticos en esa materia, algo queda: la izquierda engaña a los obreros, la derecha y el capitalismo les da trabajo, casa y cielo.

Total: lo que interesa al Partido Popular es demostrar: a) que no ha habido huelga, independientemente de la que haya habido; b) que no podía haberla porque el trabajador es consciente y no se le puede engañar; c) que se va a seguir negociando con los sindicatos y tratando de mejorar las situaciones de los buenos obreros, siempre que se aparte a los malos; y en fin, corona de todo, que ha sido una maniobra del Partido Socialista. Y le ha salido mal. Por lo tanto, hay que quitarle votos. El obrero consciente debe votar al partido de sus patronos (yo les preguntaré a los míos cuál es el suyo) y debe desterrar una izquierda paralela a la que dedican sus adjetivos: 'obsoleta', 'trasnochada' (si es personalmente a mí, 'momia'). Menos mal: antes eran peores y figuraban en las sentencias de los Tribunales Militares Sumarísimos de Urgencia. Se cumplían.

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