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Open de Estados Unidos | GOLF

Un acto de contrición

Carlos Arribas

Poco antes de comenzar la ronda del sábado, Sergio García entró en los vestuarios, fue a la taquilla de Tiger Woods y allí le dejó una nota de disculpa. Fue su penúltimo acto de contrición, un arrepentimiento por la ligereza de su lengua y por la velocidad de su dedo corazón.

La lengua la dejó disparar el viernes por la noche, el día del diluvio que inundó el campo negro de Bethpage, cuando dijo que si Tiger Woods hubiera estado jugando en esos momentos los jueces habrían suspendido el juego. El comentario le valió duras críticas de la prensa estadounidense, que subrayó la pertinencia de seguirle apodando El Niño, porque se había comportado como uno, y también le llamaron quejica y llorón.

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Tiger Woods dio por buena la disculpa, y cuando se cruzó con el español en la sala de prensa le dio la mano. Luego dijo: 'Ha sido un gran gesto por su parte dejar esa nota', dijo Woods. 'Es un detalle que me dice mucho sobre Sergio'.

El dedo lo había soltado un par de horas antes, para responder a unos aficionados que se habían mofado de su costumbre de mover y remover manos, dedos y palo durante 40 segundos antes de soltar los golpes, y que también habían hablado en vano de su novia, la tenista Martina Hingis, que cojeando, recuperándose de su operación de ligamentos, sigue todas sus partidas desde detrás de las cuerdas. 'Hay cosas que no me gusta que me digan', dijo García. 'pero sobre todo me fastidia que abran la boca cuando estoy a punto de golpear la pelota'.

Uno de los activos de Sergio García, hasta ahora, era el apoyo incondicional del público norteamericano, un favor que temía echar a perder por los sucesos del viernes. Sabe que lo que haga ahora, en los momentos de crisis, marcará el tono futuro de las relaciones. Así que, en la conferencia de prensa, García habló. 'A veces digo cosas que quizás no debería decir', se disculpó. 'Pero es difícil decir las cosas justas siempre. Hay que recordar que estoy en mitad de un grande y estoy intentando ganar y veo que no tengo una buena ronda. Pero tengo 22 años y el acaloramiento puede ser mi peor enemigo. De todas maneras, la verdad es que estoy contento de todo lo que ha pasado. Me ha hecho madurar un montón'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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