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Reportaje:Inglaterra | La nueva cara de Inglaterra | Mundial 2002

'Beckhamanía' japonesa

'Ver niños, algunos de un año, con el pelo igual al mío... bueno, es extraordinario', dice David

A la salida del centro deportivo donde está concentrada la selección inglesa, en la isla de Awaji, esperan toda la mañana y toda la tarde cientos de japoneses de todas las edades, la mayor parte de ellos vestidos con la camiseta de David Beckham. Si uno se fija bien verá que además un buen número de jovenes, y algunos niños, se han teñido y cortado el pelo en imitación del astro inglés.

'Ver niños pequeños, algunos de sólo un año, con el pelo igual que el mío...', decía Beckham ayer, sonriente pero también incrédulo, 'bueno, es bastante extraordinario'.

El fenómeno no se limita a Awaji. Todo Japón ha sido poseído por la Beckhamanía. Después de la camiseta azul de la selección japonesa la que más se vende es la blanca con el número siete de Beckham. Igual con los noticieros de televisión En lo que a noticias del Mundial se refiere, primero Japón y después Beckham. No importa si Beckham ha jugado bien o mal, después de cualquier partido de la selección inglesa las únicas imágenes que pasan son las de un personaje cuyo interés reside más en su condición de celebrity, de estrella del mundo pop que en el hecho de que posee un pie derecho privilegiado.

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Pases normales de Beckham, centros que la defensa contraria aleja sin dificultad, disparos sin potencia alguna: todo vale para las cadenas de televisión japonesas. Con tal de que sea Beckham, los presentadores se quedan maravillados. Pero lo mejor de todo son las imágenes de Beckham celebrando goles ingleses: ésas las transmiten una y otra vez todo el día en todos los canales.

Y después están los programas nocturnos en los que venden fotos firmadas de Beckham, acompañadas por un pequeño documento que constata que le firma es auténtica. Cada una vende por 300 euros, pero según las llamadas que continuamente entraban al estudio los televidentes no se inhibían.

Decía Kimiyuki Kumamoto, dueño de una tienda de ropa deportiva en Tokyo, que tenía 'una magia especial' Beckham y por eso vendía tantas camisetas. La gente quería llevar esa magia cerca de la piel. 'Y claro, también es muy bien parecido. Pero lo importante es que cuando está él en el campo todo el ambiente cambia'.

También cuando sus padres entran en escena. Hace un par de noches el señor y la señora Beckham estaban en un bar en el barrio de Ripongi, en Tokio, cuando de repente un inglés se enteró de quiénes eran. Al poco rato chicas japonesas se acercaron, nerviosísimas a los padres de su ídolo, rogándoles que les permitieran hacer una foto con ellos. Los padres dijeron que sí y después a una de las chicas se la vio llorar de felicidad.

Beckham se lo toma todo con mucha tranquilidad. Ya está acostumbrado, tal es la adoración que recibe en su país. Hasta la prensa deportiva ha perdido la capacidad de distinguir entre Beckham, el futbolista, y Beckham, la celebridad. Ayer en una conferencia de prensa en Awaji, la primera pregunta que se le hizo fue si creía que Inglaterra podría ganar el Mundia. Él contestó que prefería a estas alturas no hacerse demasiadas ilusiones.

La segunda pregunta fue, cómo había reaccionado Brooklyn la victoria en octavos contra Dinamarca. Brooklyn como todo inglés sin excepción sabe, es el hijo de David y Victoria Beckham.

'Brooklyn', contestó Beckham, 'está muy contento. Vio casi todo el partido, pero no todo porque se tuvo que irse a una exposición de perros. Él tampoco se está haciendo demasiadas ilusiones'.

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