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Reportaje:

El euro teme la ampliación

La Cumbre Económica de Múnich aboga por reformas en el BCE

Andrés Ortega

El euro está bastante firme. Pero ¿resistirá la ampliación al Este? Cuando se negoció Maastricht y la Unión Monetaria, recuerda Jean Claude Trichet, gobernador del Banco de Francia y candidato a sustituir a Duisenberg en la presidencia del Banco Central Europeo, no se pensó en la ampliación. Y, sin embargo, ésta ya está a la vuelta de la esquina.

La entrada de los hoy países candidatos en la Unión Monetaria europea constitutye uno de los mayores retos para la moneda única
Trichet insiste en la necesidad de que los aspirantes participen previamente en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario II

Para el economista Paul de Grauwe, de la Universidad de Lovaina (Bélgica), en una Unión Monetaria de 25 o más miembros, que se alejará aún más de ser una zona monetaria óptima, los choques asimétricos pueden aumentar así como las disputas sobre una política monetaria única, mientras disminuye la efectividad de ésta. En la 'Europa tras la ampliación' que ha sido objeto de debate en el Foro Económico de Múnich, organizado por la Fundación Herbert Quandt y CESifo (Centro de Estudios Económicos e Instituto ifo de Investigación Económica), la entrada de los hoy candidatos en el euro se planteó como uno de los mayores retos para la moneda única.

Aunque en general, según Trichet, los candidatos tienen tan sólo un 44% del PIB por habitante de la zona euro (en paridad de poder de compra; 22% con el cambio real), no todos son pobres. Chipre o Eslovenia, en un 69% de la media comunitaria, son más ricos que muchas regiones de la actual Unión Europea. Muchos de estos países cumplen o están próximos a cumplir los criterios de Maastricht de convergencia nominal exigidos para la entrada en el euro, especialmente en materia de déficit del gasto público, o tipos de interés a largo plazo, aunque en tasa de inflación vayan algo por encima. Tres años antes de su posible ingreso en la UE, están más cerca de cumplir los criterios de Maastricht que los estaban en 1994, cinco años antes de la Unión Monetaria, los 12 que actualmente están en la zona euro.

El aviso, tanto de Trichet como de Ernst Welteke, gobernador del Bundesbank -¿Quién se acuerda tras la unión monetaria, de los nombres de los gobernadores de los bancos centrales nacionales?-, es que la convergencia nominal a corto plazo no resulta suficiente. Ha de ser sostenible. Trichet expuso otras condiciones: la importancia de pertenecer al mecanismo de cambios de un sistema monetario II, que facilitará la convergencia y la estabilidad de las monedas; un sistema bancario y financiero saneado y eficiente; así como unos bancos centrales nacionales independientes.

En todo caso, de Grauwe apuntó al peligro de una euro-ización precipitada de estos países para forzar la convergencia, mientras por parte de la UE no se escatimaron los avisos de que no se harán concesiones políticas: para entrar en el euro, los candidatos deberán pasar el examen de Maastricht, con algo más que un aprobado raspado.

Consejo de Gobierno

Incluso así, hay nubes en el horizonte. El actual marco institucional puede no bastar para una Unión Monetaria ampliada. Y su reforma es problemática. El Comité Ejecutivo tiene una posición estratégica, mucho más que el Consejo de Gobierno en el que participan todos los Gobernadores de la eurozona. Sus propuestas de tipos de interés se acercan a la mediana de lo que necesitan los Estados miembros, y esta situación puede cambiar con la ampliación, aunque Trichet recordó que para que funcione la Unión Monetaria, los gobernadores deben olvidarse de pensar en términos nacionales, para centrarse en el interés general de la Unión. En todo caso, el peso real de los países grandes será mucho mayor que el de los países pequeños, incluso si hay una representación paritaria en el Consejo de Gobierno.

Éste, con 25 o 27, no será funcional. Y si se amplía el Comité Ejecutivo, perderá su posición estratégica, aún más si el aumento de las discrepancias en su seno erosiona el actual modelo de consenso. Hay otras posibles fórmulas que la paritaria, que expuso De Grauwe, y sobre las que los Gobiernos de la UE habrán de pronunciarse en su día, y sobre las que, según Trichet, están actualmente 'meditando' los gobernadores. La primera es el sistema de la Reserva Federal de EE UU: todos los Estados participan en las deliberaciones, pero sólo por rotación en las votaciones o decisiones. En segundo lugar, el sistema del Fondo Monetario Internacional (FMI) en que los países pequeños se unen para estar representados por un gobernador compartido. Y finalmente, la centralización de todas las decisiones en el Comité Ejecutivo.

Para Leszek Balcerowicz, gobernador del Banco Central de Polonia, la cuestión de entrada en el euro no es si, sino cuándo. Para él lo optimo es cuanto antes, dos o tres años después de ingreso en la UE, que espera se produzca en 2004. Una estrategia de ingreso temprano en la Unión Monetaria favorece las reformas internas que es necesaria hacer en Polonia y en otros países con carácter previo, aunque, señala, para lograrlo se requieren 'políticos con sentido de su misión'.

El año 2004 como fecha para que empiece la ampliación al Este y a Chipre y Malta no está garantizada, como se ve estos días con las dificultades para lograr un consenso no ya con los candidatos, sino entre los Quince en materia agrícola o presupuestaria. No obstante, el comisario Verheugen no espera 'problemas insuperables en el resto de las negociaciones este año', aunque difícilmente se resolverán estas espinosas cuestiones antes de las elecciones alemanas en septiembre. La cita decisiva es el Consejo Europeo de octubre, en Bruselas, bajo presidencia danesa, la misma que lanzó en 1993 el proceso de ampliación. Podría haber un retraso suplementario si Irlanda por referéndum volviera a rechazar el Tratado de Niza, pese a la declaración sobre la neutralidad irlandesa que se propone aprobar el la cumbre de Sevilla.

Tampoco está garantizado que los actuales 10 en la primera lista ingresen todos a la vez. Podrían hacerlo, pero a la hora de la verdad, dentro de pocos meses, se verá quien está preparado. A la vista de los informes técnicos que presente la Comisión Europea, el examen de entrada será técnico, sin concesiones políticas. Al menos en teoría. Pues sería difícil dejar a Polonia, por ejemplo, fuera de la primera hornada de nuevos miembros de la Unión Europea.

Según Verheugen, estas negociaciones de ampliación son únicas por su metodología, por el grado en que la Unión Europea ha ayudado a los candidatos a prepararse. Aun así, hay cierta frustración en los candidatos, que ven que las negociaciones se alargan, y se les ponen periodos transitorios largos. Pero como recordó el comisario, son ellos los que pidieron, por ejemplo, 13 años en materia medioambiental, mientras se quejan de que se les imponga siete años en libre circulación de trabajadores (cuando España y Portugal tuvieron entre 7 y 10 en esta materia y hasta 20 para la pesca). Según Mária Kadlecikova, viceprimera ministra de Asuntos Europeos de Eslovaquia, la salida de trabajadores eslovacos es inferior a la inmigración que entra en Eslovaquia desde su este y otros países.

'Después de la ampliación', se dijo en Múnich. Aún hay que llegar a ella.

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