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CRISIS EN LOS MERCADOS FINANCIEROS
Columna
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Cuestión de confianza

Los índices de renta variable tanto europeos como estadounidenses han cerrado una de las semanas más negativas de los últimos meses, situándose en niveles similares a los existentes tras los atentados del 11 de septiembre.

Si durante muchos meses, e incluso años, la desorbitada situación de las cotizaciones del sector tecnológico y de telecomunicaciones con respecto a los beneficios generados motivó el pinchazo de la burbuja bursátil, cabe preguntarse si la situación actual responde al mismo esquema o si, por el contrario, se debe a otra serie de factores subjetivos más acordes con la confianza de los inversores en la recuperación de los mercados y, en definitiva, del ciclo económico.

Como consecuencia de la caída libre que comenzara en marzo de 2000, la relación entre los precios de las acciones y los beneficios generados se ha situado en niveles mucho más acordes con lo acontecido a lo largo de la historia, a excepción del sector tecnológico y de telecomunicaciones en EE UU. Sin embargo, la cada vez mayor interrelación existente entre los distintos sectores y mercados regionales ha provocado una mayor unificación del comportamiento de los mismos.

De hecho, la corrección bursátil, lejos de ceñirse a aquellos sectores más sobrevalorados o con una estructura financiera más delicada, se está produciendo de forma generalizada, siendo necesario por tanto introducir elementos adicionales que permitan inferir las razones de este comportamiento.

En primer lugar, la desconfianza generada tanto por las prácticas contables en EE UU como por la validez de las cuentas presentadas ha incrementado de forma considerable la prima de riesgo exigida por el inversor a la compra de acciones bursátiles. Tampoco la incertidumbre geopolítica generada en Cachemira, como la todavía existente en Israel o la creciente prima de riesgo asignada a Brasil, en pleno proceso electoral, ha permitido introducir factores que disminuyan la aversión al riesgo de los agentes económicos.

Son factores, todos ellos, difícilmente cuantificables y en gran medida exógenos a la evolución y situación del ciclo económico, pero que en una situación como la actual, en pleno punto de inflexión en la recuperación del ciclo, se manifiesta de forma más virulenta.

De hecho, es en este mismo escenario donde la debilidad mostrada por determinados indicadores aislados del consumo privado en EE UU han acercado el fantasma del double dip o recaída del ciclo.

Si hasta la fecha los estímulos fiscales introducidos por la Administración estadounidense habían permitido un incremento considerable de la renta disponible, el agotamiento progresivo de dichos paquetes fiscales en un contexto de debilidad del mercado laboral podría disminuir su predisposición a consumir, introduciendo elementos de riesgo adicionales a la evolución de los ingresos esperados por las compañías.

La situación resulta especialmente novedosa si tenemos en cuenta que durante los últimos trimestres ha sido precisamente el elevado consumo de las familias estadounidenses el que ha permitido que aquella economía evitara la recesión. No obstante, el proceso de reestructuración llevado a cabo por el sector empresarial durante los últimos dos años, junto con el reducido coste de capital que ahora mismo soportan las empresas más saneadas, ha comenzado a materializarse en una mejora de los márgenes operativos, elemento clave de cara a analizar el comportamiento de los mercados y de la inversión durante los meses venideros.

Que la purga bursátil haya tocado fondo parece una cuestión difícil de determinar, pero, en un escenario de paulatina recuperación económica en aquella economía y de disminución de la prima de riesgo que actualmente exigen los inversores a los mercados de acciones hacia niveles más acordes con su historia, no cabe duda de que se abren posibilidades para la inversión en determinados sectores y mercados en donde el castigo ha podido ser excesivo.

Alfonso García Mora es responsable de renta variable de AFI.

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