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Columna
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El cisma

A don José María Aznar y sus dos leales portavoces, Pío Cabanillas y Josep Piqué, les ha caído la Iglesia encima y no sólo la vasca o la española, sino también la Iglesia Iglesia, la vaticana. Por si algo faltara, el ex presidente de la República de Italia Francesco Cossiga, miembro de la misma internacional que Aznar, le ha calificado de falangista, y además de falangista situado a la derecha de José Antonio Primo de Rivera, al que no le llega ni a la altura de los mocasines.

De todos cuantos sitian la mayoría absoluta del PP, parte del poder judicial, los sindicatos y la Iglesia, el antagonista más difícil de castigar son los curas. A los jueces los neutralizan otros jueces partidarios de la mayoría natural o absoluta, a los sindicalistas les echarán los guardias y el poder mediático natural, pero es difícil enfrentarse a la Iglesia desde un partido atiborrado de miembros del Opus Dei o de Legionarios de Cristo y proclive a que la Iglesia recupere territorios vedados en cualquier Estado laico.

Por ahí podría llegar la réplica del PP, pero ya no se puede dar marcha atrás a la recuperación de la Religión como materia escolar, o a la respaldada expansión de la enseñanza privada religiosa, o a la implacable penetración de los arietes católicos del Partido Popular en los aparatos de poder, desde la banca y la universidad hasta los clubes de fútbol. No es una penetración a la africana como la que plantearon los López en tiempos de Franco, Carrero Blanco y López Rodó, sino lateral y políticamente poco espectacular, pero por eso mismo doblemente eficaz. Las incontenidas e irritadas réplicas de los dirigentes del PP confirman la sospecha de Freud de que lo peor que le puede ocurrir a un paranoico es que le persigan de verdad.

El pulso con los jueces no pertenecientes a la mayoría natural va para largo y dependerá de si, en caso de renovar la mayoría absoluta en 2004, el PP quiere anexionarse el poder judicial casi al completo. Con los sindicalistas veremos si el día 20 una contundente participación huelguística frustra la ceremonia de la confusión informativa que se está orquestando. En cuanto al cisma con la Iglesia, profetizo: tres padrenuestros y un avemaría, y a continuación cada mochuelo a su olivo y yo a mi casa.

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