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Reportaje:BICICLETA VASCA

El lanzador lanzado

Horrillo, el ayudante de Freire, gana la primera etapa, en la que fallaron su jefe y Gárate

La Bicicleta Vasca no es el Giro. Sí tiene entre sus 130 competidores (desde ayer hasta el domingo) a algunos de los que allí despuntaron. Por ejemplo, a Juanma Gárate, el irundarra emigrante, cuarto en la general, que se quedó a un paso del podio. Un paréntesis de sólo tres días separa el final de la gran carrera italiana y la ronda vasca. Un margen suficiente para que un corredor pierda el punto, para que un homenaje de su ciudad natal deje para el arrastre a un ciclista en forma. La Bicicleta Vasca tiene su propio ritmo y Gárate, al que muchos apuntaron como retador del principal favorito, Joseba Beloki, no lo aguantó en cuanto se topó con el primer puertecito. Lo mismo le ocurrió al otro recién llegado de Italia, el gallego Óscar Pereiro, undécimo. El Giro se hace largo.

También se hacen largos los descansos de un mes, como el que ha tenido Óscar Freire, por mucho que el campeón del mundo tenga la gracia de pasar de cero a cien en cuestión de segundos. Ayer, en la primera etapa (Eibar-Usurbil), hizo compañía a Gárate en el pelotón de los lentos. Conociendo a Freire, seguro que no ceja. Todavía tiene un par de oportunidades más en esta carrera, pensada más para montañeros que para llaneadores.

La Bicicleta Vasca no es el Giro, y precisamente por eso ofrece un hueco a corredores imposibles de ver en otros lugares. A Pedro Horrillo, el hombre de confianza de Freire en el Mapei, el intelectual del pelotón, jamás se le podría atisbar en medio de un sprint grande. La ley de Cipollini (seis victorias el último mes) no admite intrusos. Su manada de cebras del Acua&Sapone arrasa con todo. La tarea de Horrillo es otra. Suyos son los penúltimos metros, los que sirven para colocar a Freire en la recta final.

En Usurbil no estaban los especialistas, las estrellas, y el gregario del Mapei tuvo su minuto de gloria. Los cachorros del rey león trataron de emular a sus compañeros en el Giro, pero las cebras que ha traído el Acua&Sapone a la Bicicleta Vasca no son de pura sangre. El sprint se les fue de las manos y dejaron que Horrillo y Landaluce, del Euskaltel, se desbocaran. Entre ellos dos se jugaron la victoria, y Horrillo empleó todas sus artes de lanzador. Primero cansó a su compañero -y amigo- al instarle a que le ayudara en un relevo. Luego, en el mano a mano, le sometió a un pulso. Horrillo, como buen lanzador, ni siquiera separó el trasero del sillín. Fue pura potencia. Un sprint atípico. Un sprint que no lo fue. Él hizo su trabajo, sólo que esta vez no tenía a Freire para que le adelantara como el rayo. Sólo le esperaban la línea de meta y el primer maillot de líder en toda su carrera como profesional. Hoy lo defenderá en los 163 kilómetros que van de Usurbil a Zeanuri, y con las rampas del puerto de Urkiola en medio.

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