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El comedor del albergue de Las Barranquillas, desbordado al duplicarse los usuarios previstos

Antidroga admite que los educadores tienen que guisar porque los cocineros no dan abasto

Los educadores y enfermeros del centro para toxicómanos del poblado de Las Barranquillas también ayudan a preparar potajes y bocadillos. La causa de este pluriempleo, admitido por la propia Agencia Antidroga, es que este comedor gratuito para drogodependientes desarraigados ha duplicado las previsiones de usuarios realizadas en su apertura, en diciembre de 2001. El personal de cocina -una cocinera y una ayudante - fue contratado para preparar 50 desayunos, 50 comidas y 50 cenas diarias. Pero, en mayo, cada día han dado 120 cenas y desayunos y 80 comidas.

El gerente de la agencia, José Manuel Torrecilla, reconoce el problema y asegura que en dos meses van a contratar a un cocinero y un ayudante más para adecuar la plantilla de cocina del centro, que ofrece a los toxicómanos más desarraigados comida, ducha, lavandería, ropero y apoyo social y sanitario durante 24 horas; para la noche, dispone además de 54 camas (38 para hombres y 16 para mujeres). Con esta ampliación, Antidroga pretende también mejorar el menú y ofrecer dos comidas calientes al día, ya que ahora sólo es caliente la del mediodía: por la noche se reparten caldos y bocadillos.

Portavoces de la agencia matizan que el desbordamiento se ha dado en el comedor, no en los servicios de atención médica y social. 'En ellos hicimos unas previsiones más ajustadas', admiten. El albergue nocturno está al 100% de su capacidad en la zona de hombres y al 75% en la de mujeres. Cada día son 300 los drogodependientes que utilizan este dispositivo.

La falta de personal de cocina es una de las 'serias deficiencias' del centro de Las Barranquillas (Villa de Vallecas) denunciadas ante la agencia y ante el Defensor del Pueblo por la asociación Apoyo de Moratalaz, una entidad que trabaja con toxicómanos desde 1981 y que se ha hecho eco de las quejas de los usuarios del centro.

Apoyo asegura también que el albergue, donde la ducha es obligatoria para todo aquel que quiera dormir en él, 'carece muchas noches de agua caliente'. Javier Baeza y José Luis Segovia, dos sacerdotes miembros de la asociación, explican: 'Desde hace más de un mes hay interrupciones en el suministro de agua caliente y es habitual que, por la noche, en las horas de mayor afluencia, los usuarios tengan que soportar duchas heladas y secarse al aire o con papel continuo, porque las toallas tampoco llegan'. El ropero, agregan, 'pasa periodos inactivo por falta de prendas'.

Paco (nombre ficticio), usuario de este albergue en el último mes y medio, corrobora que, 'menos en la última semana, de las duchas no salía agua caliente y la gente se arreglaba como podía, lavándose por partes o haciendo como que se lavaba'. 'Tampoco teníamos esponjas ni maquinillas de afeitar', asegura este drogodependiente de 28 años.

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Sin embargo, tanto el gerente de la agencia como Enrique Arribas, presidente de la asociación Centro Trama -la entidad que regenta este centro de la agencia y recibe de ella 1,72 millones de euros anuales por su trabajo-, niegan que haya problemas con el agua caliente, el material de limpieza o el ropero. 'Estamos en Las Barranquillas, no en la Castellana, y eso puede provocar algún problema puntual de abastecimiento eléctrico porque hay muchos enganches ilegales al tendido', afirma Arribas, quien también niega que los educadores y sanitarios tengan que ayudar en la cocina 'de forma sistemática'.

Sanciones 'excesivas'

La última crítica se refiere al sistema de sanciones del centro, que Apoyo tacha de 'desproporcionado'. 'Es lógico que haya normas y que se prohíban las agresiones, pero se ha llegado a expulsar 15 días a personas que levantaban la voz cuando, por llegar tarde 10 minutos al turno de comidas, les decían que ya no les atendían. Eso no es de recibo en un centro de baja exigencia que cubre necesidades básicas como la comida y la cama', apostillan. Entre las sanciones está la expulsión total del centro durante seis meses (salvo urgencia sanitaria o valoración terapéutica) en caso de agresión física; la prohibición de comer o dormir en el local durante 15 días 'por faltas graves de respeto' (sí se puede recoger comida o recibir curas) o la expulsión durante 10 días por consumir drogas.

Torrecilla reconoce que cualquier sistema de sanciones 'es discutible' y hace hincapié en su necesidad, 'porque si no el centro sería ingobernable'. Pero asegura que el actual reglamento está en revisión 'para flexibilizar algunos aspectos, como los horarios'. 'Por ejemplo, ahora hay que estar en el albergue a las 23.00 y no se permite entrar a nadie que llegue más de cinco minutos tarde. Estamos viendo cómo ampliar esos márgenes', dice el gerente.

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