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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Corazones de piedra

El tribunal islámico que condenó a muerte por lapidación a la nigeriana Amina Lawal acordó ayer dejarla en libertad hasta enero de 2004, a fin de que pueda cuidar de su hija, de un año de edad. Los miembros del tribunal esperarán, por tanto, a que la niña tenga tres años para dejarla huérfana. A menos que la movilización internacional les haga desistir de su bárbara sentencia, como lo consiguió en marzo al salvar a la también nigeriana Safiya Hussaini.

El mismo día que se comunicó la suspensión de la condena contra Safiya, en otro Estado del norte de Nigeria recibía idéntica sentencia Amina Lawal, de 30 años, acusada de adulterio por haber quedado embarazada después de divorciarse de su marido. Fueron sus vecinos quienes la entregaron a uno de esos terribles tribunales islámicos, que aplican su interpretación de la sharía (expresión que significa lo que está escrito) y que la condenó de inmediato. La sharía está en vigor en 12 de los 36 Estados de Nigeria. Las autoridades federales la consideran inconstitucional por discriminatoria. Lo es doblemente: por motivos religiosos y de género. El hombre con el que, según su testimonio, mantuvo relaciones Amina Lawal fue exculpado por falta de pruebas. Su embarazo fue la prueba contra ella.

La implantación de esta bárbara norma desde hace dos años en la mayoría de los Estados del norte de Nigeria confirma que no siempre es cierto el principio del carácter irreversible del progreso humano. La historia ha dejado pruebas suficientes de tales retrocesos; y ello resulta evidente en muchos países islámicos desde fines de los setenta. La sharía, interpretación extrema del Corán, es fuente de derecho en una veintena de países, y se aplica con el máximo rigor en media docena de ellos. En estos momentos hay dos mujeres iraníes y una paquistaní condenadas a lapidación bajo acusaciones similares a las de las dos nigerianas.

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En julio se ve el recurso presentado contra la condena de Amina Lawal. En el caso de Hussaini, y tras la gran campaña internacional, el tribunal de apelación dejó sin efecto la condena por razones más o menos procesales: la falta de asistencia letrada. Amina Lawal tampoco la tuvo, por lo que hay posibilidad de detener en el aire las manos que ya se levantan para matarla a pedradas. Pero la condición es que se mantenga, sin tregua, la presión internacional.

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