¿Consenso en materia lingüística?
Tras leer el artículo de David Serra del domingo 2 de junio de 2002 Ente normativo, en el que habla de consenso (en materia lingüística) entre los valencianos gracias a la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua me ha quedado una sensación de indignación porque ésa, su afirmación categórica presupone, que los valencianos de a pie (ya sean barrenderos, políticos o futbolistas) tienen algo que decir en cuanto a lingüística se refiere. Me causa cierta extrañeza que en las barras de los bares la gente común no se ponga a discutir sobre trigonometría, álgebra o física cuántica, y en cambio, hasta el menos pintado de los albañiles se crea capaz de enarbolar las más argumentadas tesis sobre el tema lingüístico. ¿Y esto por qué, señores? Sencillamente porque desde la política (únicamente desde ahí) se ha utilizado la lengua como una herramienta de fragmentación de la identidad nacional de los valencianos, cosa que conviene (y muy mucho) a los partidos centristas con sus ansias nostálgicas de unidad. Es muy fácil jugar con el lenguaje para crear discordia, pues las masas son ferozmente manipulables y persuadibles. Y así, desde 1978, con los estatutos de autonomía, empezó un proceso de desfraternización lingüística (entre dos hermanos desavenidos, catalanistas y blaveros) que ocultaba y desviaba el verdadero conflicto del País Valencià, que no es otro que la sustitución lingüística, y no del catalán versus valenciano, sino el hecho constatado de que el castellano está paulatinamente demoliendo nuestra lengua, la de los valencianos. Pero no perdamos la perspectiva, pues tampoco somos los únicos agredidos: tres cuartos de lo mismo ocurre, por ejemplo, con los gallegos y su lengua (el portugués). La aparición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua hubiera sido una iniciativa ejemplar, de no ser por su alta politización (recordemos que la mismísima directora de la AVL está afiliada al PP), lo que nos vuelve a llevar a lo mismo de siempre, un circo mediático que conviene a todos (políticos, mass media y aburridos hombrecillos) menos a la verdadera afectada, nuestra lengua.
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