De Pedro, el inesperado
El jugador de la Real responde con buen fútbol a su discutida presencia en la selección
La primera característica de Javier De Pedro (Logroño, 28 años) es el carácter. Sin duda, es un tipo echao p'alante. En 1997, es decir cuatro años después de debutar en Primera División, el jugador de la Real Sociedad declaró a una revista deportiva: 'A mí, el 10 no me lo quita ni Maradona'. Ha sido su número de toda la vida, pero ayer jugó con el 11 y de 11. Otro Diego (Tristán), más humilde que el genio argentino, le quitó su seña de identidad en el fútbol. Si aquello fue sólo una frase, esto fue sólo una anécdota. Ayer, al margen del número, se reivindicó con la selección, adonde había acudido cinco veces, con intervalos desesperantes y en citas muy secundarias, que nunca le robaron la moral.
Zurdo, tirador y buen pasador, suple con carácter su inexperiencia internacional
Ayer se jugaba quizás la última oportunidad. De los 22 elegidos por Camacho, era el más discutido. Quizás su ausencia del estrellato, por militar en un club ajeno al selecto club de los grandes, le hacía parecer un extraño en Corea. El entorno clamaba por otros futbolistas más habituales en el firmamento. Pero Camacho le confió la responsabilidad de la banda izquierda, huérfana desde que Fran sucumbiera a la presión de las grandes citas, y eligió un zurdo nato, de esos capaces de golpear el balón con un guante o con un martillo, según convenga. Sabedor de la responsabilidad, De Pedro se pidió todas las faltas y comenzo a apuntar a las escuadras de la portería de Eslovenia. Quienes le conocen ya sabían que no se arrugaría. Cuando Camacho le dejó fuera de la Eurocopa de Bélgica y Holanda, De Pedro asumió con lealtad la decisión del técnico, pero arremetió contra quienes decían que no estaba capacitado para una cita tan grande: 'Tras haber jugado 100 partidos en Primera [ahora lleva 248, con 38 goles en su haber] no creo que me vaya a asustar jugar con la camiseta de la selección', dijo en un diario deportivo.
Y decidió seguir esperando. Ya le había ocurrido algo similar cuando fue campeón de Europa sub 21 en 1993, donde jugó con Mendieta, Raúl, Lardín o De la Peña, entre otros, y luego se quedó fuera de la selección que fue a los Juegos Olímpicos de Atlanta. Hombre dado a la desmesura o a la claridad, según se mire, en sus manifestaciones públicas, De Pedro se ha mordido la lengua esperando su oportunidad. Camacho lo incluyó en el grupo de futbolistas a vigilar [debutó en un amistoso contra Rusia en Granada] y al final se decidió por él entre el ramillete escaso de golpeadores zurdos españoles. De Pedro tiene zurda, cabeza para jugar al fútbol y personalidad a raudales como para superar la falta de experiencia internacional. Le sobra, a cambio, calentones inesperados que le nublan las buenas ideas y le asemejan a un juvenil enfadado.
Su equipo, la Real Sociedad, hizo una pésima temporada, pero De Pedro fue su mejor futbolista, el referente que viene siendo desde que debutó hace ocho temporadas en la Real con Toshack. Sólo en al época de Clemente tuvo problemas y halló hueco en el banquillo.
Sus aficiones le delatan: la cocina elaborada, la espiritualidad de la cultura oriental, la música cultivada de Brian Adams y de Georges Michael y el billar. Gustos delicados para un degustador del buen fútbol. No es extraño que sus ídolos fueran López Ufarte y Michael Laudrup. Uno por cada posición que ha ocupado en el campo. Habituado a la cal, De Pedro se manifestó ayer como un extremo solvente, con recursos técnicos e imaginación. Ya los dijo en la sala de prensa: 'No sólo tiro los córners y las faltas. Hoy he demostrado lo que sé hacer, y es un poco más. Lo que es yo, nunca tuve dudas de cuál es mi valor'. El último de la fila, el menos esperado por la afición, ha sido el primero en triunfar. Cosas de un tipo echao p'alante.
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