Duran rechaza similitudes entre Cataluña y Lituania y reivindica el catalanismo pragmático de CiU
El líder de UDC se fija como prioridad aumentar el peso del partido en el área metropolitana
Los cantos de las sirenas del Báltico ya no seducen en Convergència i Unió. Los tiempos de las similitudes entre Cataluña y las ex repúblicas soviéticas están definitivamente enterrados. El líder de Unió Democràtica y secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, se encargó ayer de sepultar viejos mitos: 'Debemos ser realistas, porque no somos ni Lituania, ni Estonia'. Duran lanzó un claro mensaje en el discurso de clausura del 22º congreso del partido: nada de perderse en utopías, hay que acercar el nacionalismo de CiU al cinturón de Barcelona, y ese nacionalismo debe poder expresarse en castellano.
Duran puso ayer por tanto de relieve que la moda de los años noventa ya es del siglo pasado. Se acabó lo que hace sólo 10 años seducía a los nacionalistas catalanes, incluida la cúpula del Gobierno de CiU.
El líder democristiano se encargó de echar otra paletada de tierra sobre el féretro. Reiteró lo mismo que ya avanzó en la conferencia del paraninfo de la Universidad de Barcelona de octubre de 2000, aunque actualmente cada vez es más compartido en la dirección de CiU. Lo que se lleva ahora es la moda sobriamente nacionalista que imponen el candidato a la presidencia de la Generalitat Artur Mas y el líder de Unió. Si se quieren ganar las elecciones -y los socios son inciertos, aunque previsiblemente moderados- no hay que marear demasiado con las utopías. 'UDC es hoy un partido que defiende el encaje confederal de España, pero hoy la confederación es difícil', apuntó el líder democristiano. Es más, las utopías 'hay que medirlas cuando se quieren tener responsabilidades de Gobierno', dijo Duran, quien vino a apuntarse a las tesis de Renan: 'La nación no es un hecho inamovible; para que Cataluña siga siendo nación hemos de sumar nuevas adhesiones y, entre ellas, las de quienes la defienden en castellano'.
Excesos del mercado
Y situado en este terreno, marcó como objetivo el voto del cinturón industrial de Barcelona, 'ese voto que está democráticamente hipotecado por el PP y por los socialistas' y con el que hay que sintonizar. 'Necesitamos más Angelines y Molinas , cuantos más mejor y también en castellano.
Sabedor de que para ganarse a ese público hay que esbozar un discurso social, el líder de los democristianos explicitó su defensa del Estado de bienestar europeo. El líder democristiano tomó como escudo al financiero George Soros para proclamar que no hay que ceder a 'los excesos del fundamentalismo del mercado' y hay que 'humanizar la globalización'. Y arremetió contra 'la americanización de la economía'.
Duran LLeida remachó el clavo social con la necesidad de apoyar las políticas familiares, medidas para potenciar la educación, y sustraer a la inmigración del debate político con un pacto entre los distintos partidos.
Pero como Duran se dirigía a la militancia de su partido sabía que debía terminar su discurso en clave nacionalista. Por ello atribuyó a Cataluña y a las nacionalidades históricas el hecho de que España sea hoy un Estado autonómico y reivindicó un pacto de España con Cataluña, con el fin de que se reconozca la plurinacionalidad del Estado. Siempre dentro, se encargó de recordar a renglón seguido, del marco constitucional. De momento nada de aventuras bálticas.
Porros en el congreso
El cannabis llegó al plenario del 22º congreso de Unió de la mano de los jóvenes del partido. 'La legalización para fines terapéuticos está bien, pero yo he fumado algún porrito y no pasa nada', aseguraba desde el fondo de la sala un militante de la Unió de Joves. La moción la presentó Assumpció Lailla: 'Hemos ido a la vanguardia de algunas iniciativas sociales y ahora podemos aprovechar esta oportunidad'. Predica en el desierto. Nada que hacer. Aunque a las cinco de la tarde la siesta provocaba visibles estragos entre los congresistas, la vieja guardia se mantenía alerta. La eurodiputada Concepció Ferrer puso las cosas en su sitio. Y la votación vino a corroborar que la militancia de Unió está para pocas bromas con los canutos. El 62% de los presentes en la sala no secundó la iniciativa juvenil, que contó con el 24% de apoyo y el 14% de abstenciones. Pero el congreso no se cerró a las alegrías. Los democristianos decidieron que la independencia de Cataluña no está mal y que, por tanto, debe poder dotarse de estructuras de Estado. Fue un momentáneo triunfo de la rauxa sobre el seny. Luego, el líder del partido, Josep Antoni Duran Lleida, se encargaría de poner las cosas en su sitio: 'Hoy por hoy no podemos crear frustraciones; no somos ni Lituania, ni Estonia, ni Eslovenia'. Conclusión: de momento, ni porros ni independencia.
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