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ESTA SEMANA
Columna
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Esperando a Rajoy

El vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior, Mariano Rajoy, viene esta semana a Andalucía. Se entrevistará el próximo miércoles con el presidente de la Junta,Manuel Cháves, así como con el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, con los que abordará el desarrollo en la capital andaluza de la próxima cumbre europea. Hasta ahora,el Gobierno de la nación y del partido que lo sustenta, el PP, no han salido más que improperios sobre el papel que han jugado dichos mandatarios con vistas a esta importante cita que, al parecer, corre peligro de convertirse en todo un desastre, según señalan, al mostrarse Chaves y los suyos, cuanto menos, comprensivos con la convocatoria de la huelga general que han fijado los sindicatos UGT y CCOO para el 20 de Junio, un día antes del inicio del importante cónclave internacional.

Han llegado a advertir del riesgo que se corre de que sucedan durante esas jornadas graves incidentes con los piquetes de huelguistas y más tarde con los radicales antiglobalización,relacionando de forma perversa los posibles altercados con la postura que mantienen los dirigentes socialistas. Todo, con el malévolo fin de arruinar la 'cumbre de Aznar', tal y como descaradamente han llegado a decir sin el más mínimo rubor.Tan descabellado planteamiento ha llevado incluso a algunos de sus más cercanos consejeros mediáticos a señalar que al Ejecutivo central le ocurre esto, sencillamente, por escoger Sevilla para la celebración de esta reunión. En fín que aquí, en la patria chica de Felipe González, no se ha sabido debidamente valorar el magnánimo gesto de Aznar para que sea en la capital andaluza donde se cierre la presidencia europea de España que se ha prolongado durante del primer semestre del año. Ante este ridículo planteamiento no cabe más que advertir a Chaves que lo primero que debe hacer ante su cita con Rajoy es expresarle el profundo agradecimiento del pueblo andaluz hacia nuestro Gobierno por haber tenido ese detalle con Andalucía.Ya era hora de que se acordaran de nosotros en La Moncloa,aunque sólo sea para esto.

Está claro que Rajoy viene con la seguridad y la tranquilidad de que aquí se va a encontrar la respuesta más favorable para que esa cumbre sea todo un éxito desde el punto de vista organizativo aunque, de paso, bien vendría que se tuviera, además, en cuenta las propuestas de contenido político que ha lanzado Chaves para que, por ejemplo, de ese encuentro surja un acuerdo para el desarrollo de los países de donde parten los flujos migratorios que llegan hasta nuestra tierra. Desde luego que no va a pasar como en Barcelona. En la ciudad condal los más de 4.000 periodistas acreditados para la cobertura informativa de la anterior cumbre recibían entre la documentación que se les entregaba un folleto de la Generalitat de Cataluña en el que se esforzaban en recalcar las diferencias existentes entre el 'Estado español' y esa comunidad, con profusión de cifras y tablas que daban a entender el supuesto poderío económico, social y hasta cultural de esa comunidad con respecto a España.

Semejante golpe bajo, tan ridícula acción estamos seguros que no va a salir de las autoridades andaluzas sino todo lo contrario.Habrá colaboración y entendimiento ya que no puede ser de otra manera. Pero eso no quita que desde aquí se entiendan las razones de los sindicatos para llegar al paro general o las del Foro Social para reclamar un mundo global pero sin injusticias y desequilibrios. De ahí a relacionar estas posiciones con los desórdenes que hipotéticamente pudieran producirse no son más que ganas de envenenar las cosas por parte de algunos que están acostumbrados a desenvolverse en la vida política con fullerías y engaños.

Mejor harían los amantes de estas prácticas poco ortodoxas en incorporar en su lista particular de malvados al austriaco Franz Fischler, quien se mantiene en su posición de desmantelar la capacidad pesquera española y de paso mandar al paro a más de 3.000 trabajadores del sector sólo en Andalucía. Plantear este recorte en plena presidencia española sí que es falta de respeto, aunque todavía estamos a tiempo de reaccionar. La mejor prueba sería tumbar esa perversa reforma, precisamente, en la cumbre de Sevilla.

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