Decálogo de bolsillo

FERNANDO SAVATER

El agente secreto. Joseph Conrad (Alianza). Muy apropiado para estos tiempos sería la lectura de El agente secreto, de Conrad. Un libro escrito hace mucho tiempo pero que vendría bien releer en tiempos de terrorismo y pánico nuevoseculares. Es una obra de actualidad. El mejor estudio de la psicología de un terrorista, por eso es ideal para quien desee penetrar en ese fantasma del terrorista. Un hombre, una bomba, un niño, una amenaza y al final...

ENRIQUE VILA-MATAS

Buenos Aires (Una antología de nueva ficción Argentina). Edición de Juan Forn (Compactos, de Anagrama). Cuando hace diez años, por iniciativa de Herralde tras un viaje a Buenos Aires, se publicó especialmente para España esta antología de nuevos narradores argentinos, el divorcio que existía entre autores latinoamericanos y lectores españoles rozaba la tragedia. En aquellos días, la narrativa argentina era, para los lectores españoles, sólo Borges y Bioy Casares, al que confundían con su escudero. Se leía a Puig y a Sábato, y poca cosa más. Diez años después, el trabajo selectivo de Juan Forn reluce más que el sol. Pocas veces un antólogo -que aporta, además, al libro un magnífico cuento- ha acertado tanto. Hace diez años, apenas era conocido alguno de los narradores antologados, escritores que sorprendían por su nula dependencia de Borges, al que habían matado siguiendo el consejo de Gombrowicz. Hoy, varios de ellos están de actualidad en España y la antología de Forn creo que también. Ahí está Piglia, ignorado entonces por nuestra sabia crítica, casi parece mentira. Y también César Aira, con un gran cuento dedicado al jazz y al horrible (sublime para él) músico Cecil Taylor, fue la primera vez que publicó en España. Y ahí está el genial Alan Pauls, todavía por descubrir en este país. Y el ya veterano por aquellos días Fogwill, follando con una muchacha punki. Y un jovencísimo Rodrigo Fresán con sus Malvinas personales y un corrosivo sentido del humor que tumba de risa. Una antología que nos descubrió -y sigue haciéndolo- lo poco tropicalistas que eran los nuevos narradores argentinos.

ALMUDENA GRANDES

Romanticismo. Manuel Longares (Punto de Lectura). Es una novela que me gustó mucho. Demuestra que todavía se puede escribir algo distinto sobre la transición y que lo que aporta sigue vigente.

La gaviota, El tío Vania, Las tres hermanas, El jardín de los cerezos. Antón Chéjov (Catedra). Comencé a leer teatro y cuando cayó en mis manos este libro de Chéjov quedé deslumbrada. Lo considero imprescindible. Incluye además mis dos obras favoritas.

MANUEL DE LOPE

Gran Sertón. João Guimarães Rosa (Alianza). Mucha gente aprovecha la Feria del Libro para preparar sus lecturas de verano. La oferta de bolsillo no es perfecta, pero es variada y barata. Yo recomendaría un clásico brasileño: Gran Sertón, de Guimarães. Es una gran novela de un gran novelista de un gran país. Fue reeditado hace un par de años por Alianza. Además, aquellos que hayan acabado hartos de El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, pueden leer con más provecho El señor de las moscas (Alianza), de William Golding.

LUIS MAGRINYÀ

El periodista y el asesino. Janet Malcolm (Gedisa. Colección El Mamífero Parlante. Serie Menor. Barcelona, 1991). A finales de los años setenta, en Carolina del Norte, un médico militar acusado del asesinato de su mujer embarazada y sus dos hijos confía a un periodista la exclusiva de su 'inocencia'. El médico es condenado y el periodista escribe un libro donde le presenta como culpable... y entonces el médico, traicionado, demanda al periodista. El caso o, mejor, los casos son narrados, a su vez, por una gran dama del periodismo norteamericano, Janet Malcolm, que considera su profesión 'moralmente indefendible'. El libro es, como ella, frío, fino, enigmático. Los asesores de la Modern Library, en su lista de las 100 mejores obras de no ficción del siglo XX en lengua inglesa, le asignaron el puesto 97. Un número interesante. En el 96 estaba A sangre fría, de Truman Capote.

MARUJA TORRES

Biblioteca Doris Lessing (Punto de Lectura). Aunque tengo los libros de Doris Lessing en tapa dura, encontrarlos ahora en el mismo formato y diseño me ha hecho mucha ilusión. Cualquiera de sus libros es recomendable. También hay que decir que los best sellers están bien en bolsillo, dan un aire fresco a las lecturas habituales.

GUSTAVO MARTÍN GARZO

La plaza del diamante. Mercè Rodoreda (Pocket, de Edhasa). Éste es mi primer libro. Recuerdo que lo leí por primera vez en 1975. Nos acabamos de casar y vivíamos en un ático lleno de palomas. Mientras leía sus páginas me pareció ver varias veces a Colometa andando por el pasillo de nuestra casa. Desde entonces, vuelvo a leer esta novela casi todos los años, y me sigue fascinando su tristeza y su inmenso candor. No me atrevo a decir que sea la mejor novela escrita en nuestro país durante el siglo pasado, pero de tener que transformarme en uno de esos hombres libros descritos por Bradbury en Fahrenheit 451 me gustaría ser yo el que la conservara en su memoria.

El contenido de la felicidad (Punto de Lectura). He leído todos los libros de Fernando Savater, según los iba escribiendo, y siempre me han resultado placenteros y valerosos, como esos relatos de aventuras que él tanto ama. El contenido de la felicidad no es uno de sus libros más conocidos, pero puede que contenga las páginas más hermosas que ha escrito nunca. Las que dedica a esa almita inquieta y cariñosa -animula vagula, blandura- que es la compañera y el huésped de nuestro cuerpo en el mundo.