Una peregrinación fascinante
Este artículo es el resultado de un viaje de peregrinación a los estadios de mayor interés, cuatro en Corea del Sur y siete en Japón.
En Corea destacan los de Incheon, Daegu, Seúl, Busan, Gwangju y Seogwipo, con sus elegantes cubiertas y sus enormes estructuras, que las soportan como arietes de la última tecnología. La relación de estos edificios con el cuidado paisaje circundante junto con la reutilización de sus instalaciones para usos de equipamientos fuera de horario deportivo es otra característica común.
En Japón destacan tres ejemplos: el Sapporo Dome, el estadio Miyagi, próximo a la ciudad de Sendai, y el Big Eye de Oita. Los tres representan las diferentes formas de concebir un recinto. El de Sapporo es totalmente cubierto y donde por primera vez la FIFA va a permitir jugar un encuentro que no sea al aire libre, pero en césped natural. Todo ello, gracias a un sofisticado sistema que permitirá extraer e introducir en el recinto cubierto el rectángulo de juego para que se airee convenientemente cuando no se juegue. A pesar de su espectacularidad, este sistema de quita y pon no es nuevo, habiéndose puesto en práctica con desigual fortuna en Alemania. Pero la idea es inteligente y prometedora, sobre todo si se simplifican los sistemas de deslizamiento, bastante complejos innecesariamente en el ejemplo japonés. Sin embargo, esta feliz idea de terreno de juego deslizante y giratorio no sólo permite una flexibilidad total con vistas a posibilitar otros espectáculos o deportes, sino que permite ver fútbol sobre césped natural en una ciudad de clima muy frío, en camiseta y con calefacción.
Independientemente de este atractivo tecnológico, el Sapporo Dome contiene una espectacular arquitectura de gran atractivo que le convertirá en breve en santo y seña de la ciudad. Los acabados y materiales interiores son mas propios de un moderno auditorio de música que de un estadio. La calidad en la ejecución es difícil de superar e incluso cuenta con elementos arquitectónicos sorprendentes, como un mirador interior-exterior al que puede llegarse por unas espectaculares escaleras mecánicas para saborear tanto el ambiente de dentro como una espléndida vista de la ciudad.
Miyagi es un estadio abierto, en el que sus cubiertas se maclan, se unen, con el paisaje como si de grandes párpados en su unión con la piel se tratase. Su calidad de diseño y ejecución asombran y emocionan, recordando su excelente trabajo del hormigón a los grandes ejemplos de la cuidada arquitectura de Saarinen , Utzon o al nativo Kenzo Tange. La maestría en el uso de la luz natural como elemento de interés y el cuidado paisaje proyectado que se imbrica con la propia construcción hacen de este estadio uno de los mejores ejemplos de arquitectura visto en los últimos años.
El Oita Big Eye, de cubierta móvil, con capacidad de deslizar abriendo o cerrando a voluntad, está inmerso en un fascinante entorno natural, de donde destaca como si de una enorme nave espacial recién posada se tratase. Resalta su aerodinamismo, tersura y aire tecnológico e innovador. Concepto impecable de multifuncionalidad: en tan sólo 20 minutos podemos pasar del abierto al cerrado con todos los matices intermedios. Además, posee la interesante cualidad de contar con una cubierta translúcida que, a pesar de su cierre, permite un nivel de iluminación agradable.
Es una gran lección de arquitectura cuyo desconocimiento previo y escasa difusión en Europa demuestra lo alejado que aún nos queda a los europeos el lejano Oriente, ya que tamaña empresa y su correspondiente inversión, superior muchas veces a lo que sería usual en Occidente, prácticamente ha pasado inadvertida. Si el desarrollo futbolístico acompaña al esfuerzo arquitectónico es posible que la Copa del Mundo se quede lustros por aquellos lares.
Carlos Lamela es arquitecto.
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