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Visto para sentencia el juicio por una mujer estrangulada tras una disputa por celos

El juicio contra Fernando Jesús Ariza Trujillo, acusado de la muerte en 1999 de su mujer, Ana María Rondón Pelayo, de 29 años, tras una disputa por celos, quedó ayer visto para sentencia en la sección séptima de la Audiencia de Cádiz con una modificación en las conclusiones del fiscal, que ha pedido 14 años de prisión por homicidio y ha retirado la de malos tratos. El acusado reiteró su arrepentimiento, que se sentía 'culpable' y que esperaba la pena que el tribunal 'crea oportuna'. Su defensa pidió una condena no superior a cinco años al no considerar los agravantes de malos tratos y homicidio solicitados por la acusación. El abogado de la familia de la víctima, Raúl del Canto mostró su indignación por la calificación del fiscal. 'Durante todo el procedimiento ha quedado claro que existieron malos tratos continuados y que nos encontramos ante un hombre machista y no ante un perturbado', afirmó.

Las acusaciones particular y popular, representadas por la familia de la víctima y la asociación de mujeres progresistas 'Victoria Kent', mantuvieron su petición de 25 años de condena por asesinato y de tres por malos tratos habituales.

En la exposición de sus conclusiones, el fiscal, que aumentó su petición inicial por homicidio de 12 años y seis meses a 14 años, argumentó que los indicios aportados ayer sobre los supuestos malos tratos 'no pudieron ser acreditados', como tampoco fueron 'concluyentes', a su juicio la declaración de las madres de la pareja ni un informe médico del presunto parricida que aludía a su posible existencia.

El fiscal hizo esa precisión tras manifestar su 'convencimiento personal y absoluto' de que existieron malos tratos por parte del acusado, de 36 años y fontanero de profesión, que se entregó a la Guardia Civil el 9 de abril de 1999 tras estrangular presuntamente a su mujer en el transcurso de una discusión originada por el convencimiento del acusado de que su mujer le había sido infiel. El fiscal sostuvo que el presunto parricida, que negó ayer ante el tribunal de la Audiencia haber infringido malos tratos a su mujer a excepción de 'uno o dos tortazos' que le propinó días antes del crimen, no actuó con alevosía, pero no padecía en el momento de los hechos, según mantuvieron ayer médicos forenses, 'ideas delirantes'.

Por su parte, la acusación particular defendió que los celos patológicos que sufría el acusado fundamentados en un trastorno paranoide, según diagnóstico del psiquiatra que lo trató con anterioridad a que cometiera el crimen, no sean considerados una atenuante y consideró 'acreditados' los supuestos malos tratos al haber reconocido el presunto parricida que le pegó 'uno o dos tortazos', y porque los médicos le achacan una actitud 'agresiva'. Sostuvo también que hubo ensañamiento y premeditación.

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