No insulte, Aznar

Por favor, señor Aznar, está usted insultando a un pueblo trabajador. A un pueblo que estuvo cultivando los campos de sol a sol. Donde la única sombra era la del patrón con el látigo en la mano. Está usted insultando al pueblo que más inmigrantes ha aportado al mundo (aún existen tres millones de andaluces fuera de sus pueblos), porque los 'suyos' nos negaron vivir en nuestra tierra. Está usted insultando a esas mujeres que, embarazadas de ocho y nueve meses, cogían algodón.

Está usted insultando a los 40.000 que cogen fresa en Huelva, a los 10.000 que se van a Francia a la vendimia, a los 3.500 que cogen tomates en Murcia, a los 7.000 que se van a Navarra a los espárragos, a los que se van a Zaragoza y Lérida a la manzana, a los que aguantan el frío en Jaén en la aceituna, a los que se levantan a las cinco de la mañana para coger melocotones a 80 kilómetros de sus casas. A los jóvenes que se van a los hoteles de la costa. Está insultando a unas manos encallecidas y a unos rostros quemados por el sol, llamándoles vagos.

¿Vagos? Sus amigos, los terratenientes. Esos sí que nunca hicieron nada. Sólo de sus cortijos a las plazas de toros y, de allí, vuelta a sus palacios. Así que no sólo está usted insultando, también está mintiendo. Dése usted una vuelta por la Andalucía de los jornaleros, coja usted una zoleta un solo día y si es capaz de terminarlo, hable después.