Cuestión de imágen
La cita es en Sevilla. Dos citas, la del Consejo Europeo y la de los sindicatos. El Gobierno está preocupado por la segunda. Es comprensible. Pero se excede en consideraciones curiosas a propósito de la imagen de España en general y, según el secretario general del PP, Javier Arenas, de Sevilla en particular.
Dice Arenas que la huelga supondrá 'daños irreparables' para Sevilla. Lo explica argumentando que Sevilla 'es una ciudad con gran atractivo turístico y con una gran infraestructura para acoger grandes reuniones internacionales' por lo que el hacer coincidir la huelga con una de éstas, la del Consejo europeo, producirá 'daños a Sevilla y lo sevillanos, a Andalucía y los andaluces, que van a ser irreparables'. El exceso de esa consideración debilita su intención de convencer a los sevillanos de lo improcedente de la huelga, porque, si bien es cierto que Sevilla es una ciudad con infraestructuras suficientes para acoger grandes reuniones internacionales, el hecho de que un día, por más señalado que sea, sea escenario principal de una huelga general, no deja la herencia de huelga permanente y conflicto continuo que sugieren las palabras de Arenas.
Lo malo para el Gobierno y su partido es que, por más que se empeñe en ese discurso, bandera nacional, o interés local en ristre, la huelga general no dañará la imagen de España, ni de Andalucía, ni de Sevilla. Aquí habrá reunión política de alto nivel al día siguiente de la huelga, que será tanto mejor para el Gobierno cuanto mejor haya sabido responder a ella, es decir cuanto más democráticamente haya dejado pasar la jornada, demostrando ante los altos dirigentes y la prensa europea que el Gobierno de España respeta el derecho constitucional a la huelga.
Y al día siguiente del día siguiente, es decir cuando la huelga y la reunión del Consejo europeo hayan pasado, la imagen de cada cual será la que se haya sabido ganar. De momento, la del Gobierno es una imagen nerviosa.
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