El desplazamiento al exterior de la producción de calzado destruye puestos de trabajo en Elche
El año pasado se perdieron 1.300 empleos en la industria auxiliar, según la patronal
El desplazamiento de la producción de calzado al extranjero, recurso que hasta ahora sólo utilizaban las grandes empresas, comienza a ser una realidad entre los fabricantes de tamaño medio y pequeño, mayoría en la provincia de Alicante. El primer efecto colateral que se certifica con tal fenómeno es la destrucción de 1.300 empleos en la industria auxiliar del calzado durante el pasado año. La cifra, dada a conocer por la Asociación Española de Componentes para el Calzado (AEC), supone la salida del mundo laboral de un 10% de los trabajadores del sector.
Pedro Méndez, de la Asociación Ilicitana de Industriales del Calzado, opina que la pérdida de puestos de trabajo, que ya comienza a ser preocupante, se generalizará en la provincia de Alicante durante los próximos años. 'Es un proceso irreversible, ya que los compradores comienzan a decirnos que los productos italianos son más competitivos que los nuestros', afirma Méndez.
La reducción de pedidos en 2001 y 2002 es un hecho confirmado entre los empresarios ilicitanos, si bien todavía no ha sido cuantificada. La solución es, según Méndez, fabricar en el extranjero algunos componentes del zapato y terminarlo en España, para no perder el sello nacional de calidad, que otorga un valor añadido al producto.
La patronal ilicitana estudia en la actualidad la posibilidad de trasladar factorías a naciones cercanas a España, donde los salarios sean más bajos. 'Portugal, a corto plazo, puede funcionar', explica Méndez, 'pero la reducción de gastos sería muy baja'. Marruecos y Argelia también están en el punto de mira, aunque de momento no cuajan por inconvenientes culturales. Túnez se vislumbra igualmente como destino para los empresarios españoles, pero es Rumanía, practicamente colonizada por fabricantes italianos, donde la patronal ilicitana ha puesto ahora sus ojos, pese a su lejanía.
Las intenciones de los empresarios chocan de lleno con las reivindicaciones sindicales. Prueba de ello es la convocatoria de una huelga en el sector del calzado para el próximo mes de junio. Patronal y trabajadores han zanjado las negociaciones del convenio laboral, al no llegar a un acuerdo sobre la subida de los salarios. En las reuniones se propuso un incremento del 2,7%, en el que coincidían patronal y sindicatos, pero otras reivindicaciones de éstos últimos terminaron con el consenso.
'Si los empresarios quieren fabricar calzado de calidad, como siempre dicen, que ofrezcan empleos de calidad', reivindica José Torregrosa, de CC OO. El sector del calzado se caracteriza por un jornada laboral amplia. La jornada semanal recogida en el convenio es de 50 horas. 'Pero en Elche, en el calzado, se trabaja por pedidos, por lo que las jornadas son irregulares, y no es extraño trabajar durante 60 horas' explica Torregrosa.
Los empresarios sí reconocen la falta de atractivo que para los jóvenes tiene el sector del calzado. La industria ilicitana se ha nutrido tradicionalmente de inmigrantes de otras provincias españoles, pero actualmente no se está produciendo el relevo generacional. 'Los jóvenes prefieren un trabajo menos duro, con más vacaciones, aunque los salarios sean más bajos', opina el sindicalista. Además, la necesidad de especialización impide que las vacantes sean ocupadas por trabajadores extranjeros.
Lo cierto es que ya se puede observar, incluso en las pequeñas empresas, el traslado de la producción a otras zonas de España con niveles de paro superiores. Algunas firmas optan por realizar pedidos de aparado -corte y confección de la piel del zapato- a factorías de las provincias de Almería y Albacete principalmente, a pesar de los esfuerzos de patronal y sindicatos en preparar trabajadores para esta fase de la producción en Elche.
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