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Reportaje:

Legionarios ingleses conquistan Tarraco

Acaba, con gran éxito de público, la quinta edición de las jornadas de reconstrucción histórica de Tarragona

Los gladiadores condenados a muerte no eran asesinados por su vencedor. Los vencidos asían el brazo armado con un puñal de su rival y ellos mismos se lo clavaban en la base del cuello. Una última muestra de coraje y fortaleza. Los romanos utilizaban en sus guerras en primer lugar la artillería, con catapultas y ballestas denominadas onager o escorpión y, además de la formación en tortuga, utilizaban otras, como la de cuña, en su ataque al enemigo cuerpo a cuerpo. Éstas son algunas de las cosas que los tarraconenses han podido descubrir durante estos días de celebración de la iniciativa Tarraco Viva, de divulgación de la historia romana. Entre los actos celebrados, han destacado los que han contado con la participación del grupo de reconstrucción histórica más antiguo de Europa, los británicos Ermine Street Guard, y la familia Gladiatora de Hungría.

Los mayores aplausos se los llevó el lanzamiento de proyectiles: flechas, naranjas y melones

Tarraco Viva, que se celebra desde el pasado 16 de mayo, ha reunido diferentes aspectos de recuperación histórica: desde una feria de productos de divulgación histórica, jornadas teatrales y musicales, de lectura de poesía clásica, conferencias sobre arqueología, juegos para niños (los romanos ya jugaban al pañuelo), aunque lo que despierta mayor atención son los grupos de reconstrucción histórica y las viandas que diversos restaurantes y cafeterías ofrecen.

Los grupos de reconstrucción histórica que más éxito de público han tenido durante todo el fin de semana han sido los italianos del Istituto Ars Dimicandi que recrean las diferentes luchas en la antigüedad, como las gimnásticas y las de gladiadores. El público, en el auditorio del Camp de Mart, se entregó en otorgar el perdón o la condena a los diferentes luchadores. Aunque se desconoce si los espectadores eran los que decidían sobre el fin de la lucha mediante la exhibición del pulgar extendido hacia el cielo o el suelo. Eso sí, si querían la muerte gritaban: ¡Yugula! Los húngaros pusieron en escena a diferentes tipos de gladiadores: el retiarius, que llevaba la red y acostumbraba a perder, por lo que se le humillaba situándole al lado de los retretes; el tracio, con una espada curva; el oplomacus, que llevaba una lanza con punta en los dos extremos; el dimacaerus, que luchaba con dos armas, el secutor o el mirmillón, entre otros. La mayoría de ellos, con cascos y armaduras que podían llegar a pesar entre 15 y 20 kilos.

Los espectadores (la convocatoria de esta quinta edición ha tenido mayor éxito que la de años pasados) acogieron con gran interés asimismo las evoluciones de la reconstrucción realizada por los británicos de una unidad de legionarios de la Legión XX, que fue la que conquistó Inglaterra. Ermine Street Guard inició su espectáculo con la descripción de las diferentes jerarquías militares, como el centurión, con cepillo transversal en el casco; el optio, su segundo; los portadores de estandartes, de la bandera de la legión, de la imagen de Vespasiano, y el cornicem (el que tocaba un cuerno de tres metros de diámetro), todos ellos cubiertos con pieles de oso o lobo. Continuó con una exhibición de armas de entrenamiento de los legionarios (de mimbre y madera) y con otra de tácticas militares: el testudine, la más conocida como formación de tortuga, consistente en dotar de protección total a los soldados con los escudos, o la ofensiva en cuña diseñada para romper las filas de los enemigos. Pero lo que se llevó los aplausos más entusiastas fue el lanzamiento de proyectiles (flechas, pero también naranjas y melones) desde catapultas o ballestas de pie con nombres como onager (burro salvaje) o escorpio. Tras las exhibiciones, la mayoría de los asistentes a las jornadas (que finalizaron ayer, aunque las gastronómicas se prolongarán hasta el 2 de junio) se dirigieron al Thermopolium, concebido como un restaurante de comida rápida romana.

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