_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un respeto

La imagen sufriente del anciano Juan Pablo II en su viaje de estos días a Azerbaiyán y Bulgaria, incapaz de andar y leer sus discursos, les puede parecer heroica a algunos prelados, pero resulta humanamente penosa para cualquier persona corriente y provoca cierta indignación contra quienes someten al Papa a ese calvario o al menos no hacen nada por evitarlo. Pocas personas tolerarían ver sometido a un familiar anciano al esfuerzo sobrehumano, que no sobrenatural, de un viaje de miles de kilómetros con obligados protocolos, audiencias, discursos y ceremonias.

Mal parece que el Papa sea el único de la jerarquía católica excluido de las normas de retiro y jubilación que desde hace casi tres décadas obligan sin excusa a sacerdotes, obispos y cardenales a partir de los 75 años, y peor el que nadie de los que organizan su agenda le ilustren sobre la conveniencia, para su maltrecha salud y posiblemente para el buen gobierno de la Iglesia católica, de una renuncia al cargo. Pero aún resulta más increíble que, en esas condiciones de incapacidad y sufrimiento, el Gobierno -la curia- de la Santa Sede embarque a Juan Pablo II en viajes agotadores y en situaciones degradantes como esta patética exposición pública de su invalidez y su dolor.

Es posible que el Romano Pontífice, que disfruta de 'potestad suprema, plena, inmediata y universal' sobre toda la Iglesia, no disponga ya de capacidad suficiente para darse cuenta él mismo de la situación y de aplicarse en su beneficio lo previsto en el canon 332 del código de Derecho Canónico. Una renuncia papal, para que sea válida, debe ser libre, y también debe manifestarse 'formalmente'. En cambio, no necesita que sea aceptada -o reclamada- 'por nadie'. Rodeado de cardenales en su mayoría ya ancianos -los dos más poderosos en la curia, Sodano y Ratzinger, secretario de Estado y presidente del ex Santo Oficio, respectivamente, cumplen ahora 75 años- y acompañado por un equipo incondicional después de más de dos décadas de pontificado, Juan Pablo II ha leído recientemente discursos en los que dice que no piensa retirarse y que incluso tiene ya decididos nuevos viajes, incluso más largos y agotadores.

No añadirán nada nuevo a la prolongada y notable -también polémica- tarea de este pontífice, ni aumentarán su prestigio. Tampoco rectificarán entre los ciudadanos las viejas teorías sobre el elogio y el respeto debido a la vejez, a las que, en apoyo del Papa pero también de su posible retirada, aludió semanas atrás el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga. La vejez, en efecto, pierde en fuerza y vitalidad lo que gana en autoridad, reflexión y buen juicio. Lo proclamó ya un romano sabio y poderoso en tiempos en que aún no había sido fundada la Iglesia que gobierna este anciano polaco. Pero aquella sociedad a la que se dirigía Cicerón nada tiene que ver con la actual. Ni tampoco la idea de un Papa empeñado u obligado a vivir en el Vaticano hasta la muerte, trabajando o viajando en situaciones que, si afectaran a otra persona, darían paso a críticas por maltrato e inhumanidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_