Regreso al déficit público
Desde comienzos de este año, las perspectivas fiscales han experimentado un notable deterioro en EE UU. Ello ha sido el resultado de la desaceleración cíclica de la actividad pero, sobre todo, de los recientes cambios legislativos. Es cierto que, a diferencia de lo ocurrido en otras desaceleraciones, en esta ocasión una buena parte del estímulo fiscal, en forma de devoluciones de impuestos, se introdujo apenas iniciada la recesión. El origen de estos recortes es el margen de maniobra acumulado, ligado al superávit fiscal de los años anteriores y no exclusivamente a la situación cíclica de la economía. Una medida que se reveló posteriormente como oportuna, ya que es conocida la limitación de la política fiscal para estabilizar el ciclo por los retardos en la aprobación y puesta en práctica de las medidas presupuestarias.
La desaceleración económica y los cambios legislativos están provocando un deterioro del déficit público en Estados Unidos
Además, en los últimos meses se han adoptado nuevas medidas, tanto un aumento del gasto tras los atentados del 11 de septiembre como un Plan de Estímulo Económico aprobado en marzo y que, en principio, se estima que supondrá un deterioro de medio punto porcentual del saldo presupuestario en 2002. Con todo ello, después de cuatro años de superávit, el saldo presupuestario no sólo será negativo, sino que las últimas estimaciones muestran que probablemente el déficit estará por encima del 1% del PIB. En este sentido apuntan los datos más recientes del saldo federal. En abril, tradicionalmente el mes de recaudación de impuestos, los ingresos se han situado significativamente por debajo de lo esperado, y un 29% por debajo del año anterior. Además, incluso asumiendo un déficit del 1% este año, el cambio respecto a 2000, en el que el superávit fue del 2,4% del PIB, responde sólo en una cuarta parte a razones cíclicas. El resto es consecuencia de cambios estructurales. Pero si no hay nuevos cambios legislativos, EE UU recuperará un superávit fiscal en 2005, no muy lejos del objetivo europeo que, de momento, se sitúa en 2004.
Este cambio de perspectiva sobre el déficit estadounidense puede tener importantes implicaciones. Aunque es previsible que el ahorro privado aumente, ello no compensará por completo este desahorro público, como ya ocurrió en los años ochenta, y no se podrá evitar un descenso del ahorro total de la economía. Con una recuperación de la inversión esto implica una ampliación del déficit por cuenta corriente, que se podría acercar a niveles del 5% en términos del PIB. Aunque gran parte de este déficit exterior pueda seguir explicándose por las ganancias de productividad, y sea sostenible, reforzar la disciplina presupuestaria a medio plazo es una buena manera de evitar que su nivel inquiete demasiado a los inversores internacionales.
Mayte Ledo es economista jefe para OCDE y Mercados del Servicio de Estudios del BBVA.
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