¿Política contra los inmigrantes?
El presidente del Gobierno ha vuelto a demostrar que hace tiempo que el Partido Popular ha perdido el pudor a mostrar su verdadera visión de la inmigración. Quedan lejos aquellos tiempos en que se esforzaban por hacer creíble la frase 'La inmigración no es un problema'. Ahora ya no tienen que fingir; pero, en su tránsito desde la aparente solidaridad al momento actual, este Gobierno ha dejado tras de sí un rastro de veladas amenazas, de mensajes de alarma, de criminalización de los inmigrantes que ha calado en la sociedad española.
Y esta peculiar forma de perpetrar una política la ha encontrado rentable el partido del Gobierno en dos sentidos: ha presentado en el escaparate de la Unión Europea una España donde no existían la economía sumergida, las diferencias culturales, la delincuencia, las diferencias religiosas o el desempleo hasta que llegaron los inmigrantes.
Por otra parte, centrar la política y los mensajes en el peligro de la inmigración irregular desvía la atención de las inexistentes medidas tomadas en materia de integración: muy rentable, en suma. Los inmigrantes tienen la culpa de todos los problemas de nuestra sociedad, y además no nos vamos a esforzar en hacerles la vida más fácil en este país, a pesar de que son ciudadanos que pagan sus impuestos y cotizan como todos.
Cuánta hipocresía peligrosa demuestra el Gobierno. El nuevo anuncio de reforma de la ley, la presentación de propuestas contra la inmigración irregular en la cumbre de Sevilla, la machacona insistencia en relacionar delincuencia con inmigración, el cierre incomprensible de la posibilidad de acceder a un permiso para los trabajadores que ya están en este país condenándolos a continuar en la economía sumergida no son más que excusas para terminar donde seguramente el Partido Popular quiso estar desde el principio: en una España donde no haya convivencia, sino tolerancia en el peor sentido de la palabra, donde los inmigrantes no sean vistos como iguales, con los mismos derechos y deberes, sino soportados.
No hay voluntad política en este Gobierno de tratar adecuadamente la inmigración.
¿Cuál es su mensaje en realidad?: que los inmigrantes y los países de inmigración están en deuda permanente con nosotros, negando en consecuencia la solidaridad, la igualdad de trato y las posibilidades de convivencia.
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