Tres modos de escalar por Blixen

Aunque tenga sólo un título y unas tapas, Karen Blixen. Una biografía es, en realidad, tres libros distintos. Su autor, Ole Wivel, cuenta la vida de la escritora, analiza sus obras y aporta algunos valiosos recuerdos personales acerca de la autora de El festín de Babette, de quien fue amigo los últimos quince años de su vida y, en la última época, una especie de editor privado, pues a la baronesa le gustaba leerle los relatos que forman Últimos cuentos y Anécdotas del destino para escuchar su opinión, discutir variaciones y valorar la impresión que aquellos escritos finales causaban en un lector sensible como Wivel.

Sin duda, de las tres caras de la montaña por las que Ole Wivel intenta escalar hacia Karen Blixen, la que más lejos le lleva es la última, la que se basa en su propia relación tanto con la escritora como con su hermano Thomas. Las otras dos pueden tener menos interés, en el primer caso porque hay demasiadas biografías más extensas y minuciosas que la suya, por ejemplo la célebre de Judith Thurman y las de Parmenia Nigel, Else Brundbjerg, Aage Henriksen o incluso la del propio Thomas Dinesen; en el segundo caso, el que se refiere al estudio de su obra, la verdad es que en muchos momentos Wivel lo introduce a la fuerza y resulta irritante el modo en que intenta apoyar sus juicios sobre Karen Blixen en un análisis largo y, a veces, muy discutible de sus cuentos.

Pero todos esos inconvenientes desaparecen al llegar al noveno capítulo del libro, cuando la vida de Wivel se mezcla con la de su biografiada y comienza a ofrecer datos y anécdotas de primera mano. Hasta entonces, por supuesto, la vida de Karen Blixen ha sido recordada en sus detalles principales y más conocidos: el suicidio de su padre, su boda con el hermano gemelo del hombre a quien amaba y su viaje a África para montar una plantación de café, lo cual lleva a Wivel a asegurar que 'eligió la aventura contra la razón'; su vida de cacerías salvajes, su defensa de los indígenas frente a los colonizadores blancos y sus problemas económicos y personales, incluida la sífilis que le pegó su esposo -y que Wivel considera exagerada melodramáticamente por la baronesa- y su historia de amor trágico con Denys Finch Hatton, el aviador de 'identidad sexual al menos dudosa', según lo define Wivel, que murió en un accidente y que protagoniza páginas memorables de Memorias de África.

Con la vuelta a Dinamarca,

arruinada, y con su conversión en escritora, empujada y hasta casi obligada, según defiende Wivel, por su hermano Thomas, empieza la segunda vida de Karen Blixen. Su éxito literario, su degradación física y sus tormentosas relaciones con algunos jóvenes escritores daneses como el poeta Thorkild Bjornvig ya no son contadas en el libro de Wivel por un biógrafo ni por un crítico, sino por un testigo. En ese momento, la obra de Ole Wivel cobra un interés especial para los seguidores de la maravillosa autora de Siete cuentos góticos: es como verla viva, y eso merece la pena.