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CONTESTADOR AUTOMÁTICO DE EL PAÍS-MADRID
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los ancianos peatones, esos héroes

- Felicidades, ancianos. 'Quiero felicitar a aquellos ancianos que consiguen llegar al centro de Madrid en autobús (sorteando los frenazos), en metro (descendiendo miles de peldaños) o a pie, esquivando las zanjas de cada acera', dice Empar. 'En Barcelona, donde viví muchos años, nunca pasaba esto'.

- Aceras ensanchadas, gato encerrado. 'Me pregunto a qué razón obedece el ensanchamiento de las aceras al que asistimos en nuestra ciudad', comenta con recelo Pilar. 'Creo sinceramente que en esa decisión de ensanchar aceras no han influido las necesidades de la gente, sino más bien', insinúa, 'el deseo de recaudar buenas contribuciones entre los propietarios de futuras terrazas de bares. Si no, no me lo explico', sentencia.

- Diálogo con los inmigrantes. 'Buena parte de los asuntos que afectan a las relaciones con las comunidades inmigrantes en Madrid', opina Carlos, 'se podrían tratar en organismos mixtos de diálogo. En cuanto a comunidades no hispánicas, habría que hacer un esfuerzo por dotarse -tanto las instituciones como las propias comu-nidades- de buenos traductores, porque se dan muchos malentendidos derivados del desconocimiento, no sólo del idioma, sino del significado de las tradiciones y las costumbres. No se puede pedir a un inmigrante recién llegado que abandone todo su pasado y comprenda todas las novedades que la vida madrileña le ofrece', explica.

- Sirenas. 'Considero probado que algunas ambulancias sueltan sus sirenas no en situaciones de extrema urgencia, sino incluso durante actuaciones rutinarias que no precisan de tanta velocidad', dice Juan. 'Un amigo mío me ha dicho que cuando van a aplicarle diálisis sueltan la sirena, pese a que él no suele tener prisa. Les cuento esto', subraya, 'no por fastidiar a los conductores de ambulancia, que realizan un trabajo muy meritorio y se juegan el pellejo por muchos pacientes, sino porque recuerdo el chiste del pastor mentiroso y el lobo', apunta.

- Semejanzas entre candidatas. 'No encuentro apenas diferencia entre las candidatas que PSOE y PP barajan como futuras alcaldesas de Madrid', admite Clara. 'Creo que tienen la misma imagen y, lo que es peor, el mismo discurso. Pienso que unas elecciones exigen un esfuerzo de imaginación con el que contagiar a los madrileños, y considero que es preciso hacer cosas que impregnen de ilusión a los votantes, pero no veo por ningún lado ese entusiasmo. Yo, que soy demócrata, sufro mucho al ver que la profesionalidad de muchos de nuestros políticos se encuentra en plena travesía de un desierto, donde lo primero que desapareció no fue la ilusión de los votantes, sino la de los candidatos'.

- Tala de acacias en Goya. 'Llamo para denunciar la tala de todas las acacias de la acera en la calle de Goya, a la altura del Palacio de los Deportes', denuncia una señora. 'Empezaron cargándose una bellísima que había en la esquina de la calle de Fuente del Berro', puntualiza con amargura.

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- Pobres y ricos. 'La distinción histórica de los partidos se trazó conforme a la pobreza o riqueza de los ciudadanos', recuerda Héctor. 'La izquierda siempre estuvo integrada por los pobres, y la derecha, por los ricos. No veo a los candidatos de derecha defender a los ricos, y menos aún a los de izquierda hablar de los pobres. Todo me da la impresión de que está alterado y cada cual juega la partida del otro. Mientras estos cruces no cambien, la política no atraerá más que a los que viven de ella', sentencia.

- Tufaradas en el supermercado. 'Hay supermercados donde se vende pan y esos establecimientos suelen tener el horno frente a los consumidores', comenta José Manuel. 'El caso es que cuando te acercas a comprar una barra para la comida, si está recién hecha, al abrir el horno te perfumas a tope y reza para que en ese momento de la apertura no estén horneando algo con cebolla, ajo o ajetes', dice enojado.

- Sueldos inmorales. 'Veo cada día los esfuerzos de las empleadas y empleados de las pequeñas tiendas, de los comercios medianos o de los supermercados cómo han de trabajar, y cuando me entero de lo que ganan se me enciende la rabia', afirma Leonor. '¿Cómo se puede pensar que trabajando casi diez horas diarias, de pie, sin apenas descanso, alguien puede planificar su vida con 70.000 pesetas de salario?', pregunta.

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