Ira y desconcierto en Nueva York
La noticia de que la Casa Blanca podía haber estado al corriente de las intenciones de Bin Laden ha sembrado la ira y el desconcierto entre los familiares de las más de 3.000 víctimas de los atentados del 11-S. Durante todos estos meses confiaron en los esfuerzos de Washington por vengar la muerte de los suyos; ahora apenas se atreven a pensar que el presidente Bush hubiera podido evitar la tragedia.
'Si mi mujer lo hubiera sabido, nunca hubiera tomado ese avión', dice Stephen Push, cuya esposa, Lisa, murió en el aparato que se estrelló contra el Pentágono. 'Es una vergüenza que supieran lo que sabían y no avisaran a nadie. Han preferido defender los intereses de la compañías aéreas en vez de proteger la vida de los ciudadanos', añade Push.
'Dicen que no pudieron juntar todas las piezas del rompecabezas, pero cuando por fin pudieron hacerlo en la mañana del 11 de septiembre, ¿por qué permitieron que el presidente se quedara durante 35 minutos en una escuela de Florida cuando estaban atacando a su país?', se pregunta Sally Regenhard, cuyo hijo Christian es uno de los bomberos desaparecidos.
Otros reaccionaron con más calma. 'Estoy segura de que el Gobierno ha recibido muchas amenazas en estos años y tuvo que ser muy difícil saber si ésta era o no auténtica', aseguró Maureen Raub, cuyo yerno murió en las Torres Gemelas. 'Sólo quiero saber quién fue el responsable del fallo', dijo Kristin Breiweiser, cuyo esposo también desapareció en el World Trade Center.
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