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Entrevista:PERE ESTEVE | Europarlamentario y ex secretario general de Convergència

'Soy contrario a la Ley de Partidos por coherencia democrática y por su ineficacia'

Francesc Valls

Desde la presidencia de la Fundación Ramon Trias Fargas, el eurodiputado y ex secretario general de Convergència Democràtica Pere Esteve (Barcelona, 1942) puede contemplar con más sosiego la situación política. Ello no le impide expresar con determinación su oposición a la Ley de Partidos pactada por el PP, el PSOE y CiU.

Pregunta. Usted fue uno de los impulsores en 1998 de la Declaración de Barcelona, una plataforma que propugnaba el reconociento de la plurinacionalidad de España. Eso consagró las históricamente renqueantes relaciones entre CDC y el Partido Nacionalista Vasco, formación firmante junto con ustedes y el Bloque Nacionalista Galego de la citada declaración. ¿Cómo ve ahora la grieta que la Ley de Partidos abre entre CiU y el PNV?

'Defiendo una estrategia basada en una mayoría integrada por todos los partidos excepto el PP'
'Los políticos somos víctimas de poner la encuesta por delante del proyecto y debe ser al revés'

Respuesta. La Declaración de Barcelona no la defiendo sólo como uno de sus padres, sino porque en su espíritu sigue plenamente vigente. La declaración nunca ha significado la voluntad de copiar ningún modelo, ni vasco ni gallego. Ha significado que, a nivel del Estado español, si se quiere impulsar un modelo plurinacional debemos hacerlo desde los nacionalismos.

P. Copia de modelos, no. Pero antagonismo entre partidos tampoco... Porque con la ilegalización de Batasuna, hay quien sostiene que se victimiza a esta fuerza política, se destruye una de las pistas de aterrizaje de ETA para futuras conversaciones de paz y, en parte, se dinamita la estrategia del nacionalismo democrático vasco.

R. Estoy en contra de la Ley de Partidos por coherencia democrática, por oportunidad y porque resulta ineficaz. Lo dije al principio y no he cambiado de opinión.

P. ¿Incluso después de las enmiendas presentadas por Convergència i Unió?

R. Las enmiendas mejorarían la ley; pero tal como ha sido dicho por juristas y por mi propio partido, la ley no es necesaria ni oportuna.

P. ¿Cree que se puede votar la enmienda a la totalidad que ha presentado el PNV y también las enmiendas parciales tal como sostienen algunos dirigentes de CiU?

R. Yo, desde luego, votaría la enmienda a la totalidad y no apoyaría la ley. Por tanto, no quiero entrar en el debate de si es o no contradictorio.

P. ¿Intuye cuál será el desenlace final de esta historia en CiU?

R. Debemos esperar a la reunión de la ejecutiva de Convergència i Unió de la semana próxima. Yo no podré asistir porque estaré en Chipre, pero mi posición ya es conocida en los órganos del partido.

P. Desde que dejó la secretaría general, en 2000, CiU parece que tiende a acercarse más al Partido Popular que a Esquerra Republicana, contrariamente a lo que usted sugería...

R. En su momento defendí esta posición no ya por motivos ideológicos, sino estratégicos. No he cambiado. Además la presión de la mayoría absoluta es muy evidente... Se trata de una presión política, social y mediática, y eso es preocupante. La sufren los partidos y también la sociedad. Y aunque es imprescindible conocer la opinión de la gente, si sólo nos movemos por encuestas, caeremos en un círculo vicioso.

Y falta capacidad crítica. Por ejemplo, hablando de terrorismo, el año pasado el Defensor del Pueblo del Consejo de Europa redactó un informe sobre el terrorismo en el País Vasco. En aquel texto atacó la ejecutoria de años del Gobierno nacionalista y nadie denunció que el Defensor del Pueblo no dijera nada de que el Gobierno vasco era una coalición PNV-PSOE; nadie dijo nada del Gobierno francés, cuando todos sabían que no ha hecho nada de lo que debía, y nada del Gobierno español -con ministros condenados por la justicia-, que tiene una trayectoria más denunciable que la del Gobierno vasco.

P. Ahora lo que dicen que hay, al menos desde el Parlament, es involución autonómica. Cuando se convocaron las autonómicas de 1999, CiU centró su campaña en dos ejes: mejor financiación y más autogobierno. La financiación ha encontrado una fórmula de acuerdo CiU- PP, pero ¿qué posibilidades tiene CiU de llevar adelante su compromiso electoral sobre autogobierno?

R. Las cosas están muy claras. En esta legislatura no hay mucho que hacer. Pero debemos ver cómo nos organizamos y en este sentido he defendido -incluso escribí un libro- una estrategia para Cataluña basada en una mayoría de sensibilidad nacional y catalana que pasa por todos los partidos excepto por el Partido Popular.

P. Usted va a contracorriente, porque a ese frente anti-PP se ha opuesto claramente y desde el principio el mismísimo Jordi Pujol, quien a pesar de todo presentó su libro Estratègia per Catalunya...

R. Yo no cuestiono la negociación bilateral entre gobiernos que ha sido nuestra norma desde 1980. No hago revisionismo. Pero las actuales circunstancias piden la configuración, más que de un frente, de una mayoría social. En el País Vasco la sociedad está polarizada casi al 50%. Pues bien, en Cataluña eso no sucede. Hay una gran mayoría partidaria de aumentar el autogobierno y ese privilegio no deberíamos despreciarlo. Es un gran activo.

P. Usted que construyó las relaciones CDC-PNV ¿cómo lleva ese giro de su partido, que reclama la centralidad política desde la moderación nacionalista que a veces parece imponerle el corsé del pacto con el PP?

R. Me preocupa. Siempre he combatido la centralidad política buscada desde la pasividad, de la dilución del proyecto. En estos tiempos, a los partidos de derechas no les gusta que les digan que son de derechas, a los de izquierdas que son de izquierdas y a los nacionalistas no nos gusta que nos digan que lo somos en exceso. Y eso puede tener consecuencias. Ha pasado factura a Chirac y a Jospin, cuyo balance de gobierno no era en absoluto negativo. En Francia ha habido ruptura electoral total. No les han votado, en primera vuelta, ni sus electores fieles. Y es que los políticos somos víctimas de poner la encuesta por delante del proyecto, la despolitización de la política, cuando creo que debemos convencer a la sociedad con nuestro proyecto.

P. Como nacionalista catalán, ¿qué sensación tendrá cuando en un futuro países como Malta o Chipre se sienten en la mesa del Consejo de Ministros de la Unión Europea?

R. Creo que la UE debe reconocer las realidades plurinacionales. O se da una solución a realidades políticas subestatales como Cataluña, Escocia y Baviera o las cosas se están haciendo mal. Entre 21 lenguas que habrá después de la ampliación, el catalán es la novena. Algo debe arreglarse, porque algo no aguanta. Pero debe arreglarse como un planteamiento de Estado y resolverse en el Estado español. Si éste aparece en Europa como plurinacional, le dirán que sí, como le sucede a Bélgica. El problema lo tenemos en Madrid, allí debemos resolverlo.

P. Como parlamentario europeo asistirá a las elecciones que se celebrarán en Argelia. ¿Qué valoración hace de la cumbre euromediterránea celebrada en Valencia el pasado mes de abril?

R. El informe del Parlamento Europeo, del que fui ponente, fue aprobado por unanimidad y fue tenido en cuenta por el Consejo Europeo, especialmente en lo relativo a la creación de una asamblea parlamentaria. En Valencia se aprobó un plan de acción, porque la UE está convencida de que si en el mundo hay que hacer algo más que acciones militares para mantener la paz, lo más próximo que puede hacer la Unión es la política mediterránea. El proceso de Barcelona tiene tres ámbitos; el político, el social y el cultural. Y hay que trabajar con los tres. Ninguno podrá progresar sin los otros.

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