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Columna
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Gente seria

Dice Bryce Echenique que la sabiduría de Augusto Monterroso, además de en la inmensa pequeñez de su obra, está en su falta total de seriedad. ¿No es un escritor serio Monterroso? Seguramente habrá quien interprete mal el elogio que el escritor hispanoamericano dedica a su colega. También habrá quien piense que Monterroso es algo parecido a Cruz y Raya en versión literaria. Sus lectores saben perfectamente, sin embargo, que pocos escritores se toman tan en serio su oficio como el guatemalteco. Lo malo es que hay bastantes, demasiados autores (y cantantes, políticos, filósofos, arquitectos, dentistas) que se toman en serio sólamente a sí mismos.

Hay poetas que viven permanentemente entre dos signos de admiración y novelistas que sólo saben escribir con mayúsculas. También hay periodistas que confunden las trapisondas del Consorcio de Aguas con algún Watergate redivivo y que detrás de cada reportero Tribulete ven a un competidor que les va a arrebatar el Premio Pulitzer. Suelen meter la pata con frecuencia. Suelen ser aburridos y enfadosos. Y sobre todo serios.

Entre los españoles y los vascos (cuyas virtudes y defectos a menudo coinciden de un modo sospechoso), la seriedad es uno de los más estimados valores. Un hombre 'como debe ser' siempre es un hombre serio. Y lo contrario es alguien, como decimos en Bilbao, 'de poco fuste', un si es no es 'sinsorgo'. Y luego está el terreno de lo sacrosanto, la larga lista de 'lo más sagrado' que no debe tocarse. Es lo que ha hecho -meterse en esa lista de hoz y coz- el escritor Juan Bas en su última novela, Alacranes en su tinta. La falta de seriedad del novelista es inversamente proporcional a su respeto por ese hombre o mujer invisible que durante doscientas o trescientas páginas será su interlocutor. En su novela, Bas no deja en pie ni un sólo mito del país de los vascos. Pero el suyo, en el fondo, es un saludable ejercicio catártico. Después de leer a Bas, uno puede empezar a comprender las razones grotescas de todas las tragedias, incluida la de este viejo pueblo.

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