La izquierda pacta candidatos únicos para las legislativas de Francia
El nuevo Gobierno dota a la policía de pistolas con balas de caucho
El Partido Socialista anunció ayer un pacto con los comunistas, Los Verdes y el pequeño Partido Radical para apoyar a un mismo candidato en 171 circunscripciones electorales, casi un tercio del total de Francia, y en el que definitivamente falta Jean-Pierre Chevènement. Por su parte, el Gobierno conservador ha confirmado su voluntad de enfrentamiento con la delincuencia, autorizando a la policía a disparar balas de caucho y organizando 28 agrupaciones regionales que reúnen a policías, aduaneros y agentes fiscales, cuando faltan dos semanas y media para las elecciones legislativas.
El miedo a la extrema derecha lo puede todo. Asustada por la sucesión de desastres socialdemócratas en Europa, la dirección del Partido Socialista anunció ayer el pacto para presentar un candidato común de izquierda en las 34 circunscripciones donde existe mayor peligro de que esa corriente quede eliminada desde la primera vuelta; pacto que se extiende a otras 137 en que dos o tres de las formaciones de izquierda apoyan a un mismo candidato, lo cual se considera suficiente para que pase a la segunda vuelta.
Todavía quedan escollos sin resolver. En una de las circunscripciones de Marsella, tanto el candidato socialista como el comunista insisten en mantenerse, a despecho de lo que digan las direcciones nacionales. Nadie interpreta el pacto de izquierda como un paso decisivo hacia la victoria, sino como una medida defensiva para evitar otro desastre.
Acuerdo provisional
El pacto entierra las diferencias entre los dirigentes socialistas, pero sólo provisionalmente. El giro a la izquierda introducido en el programa socialista -convertido en un frente de resistencia a las privatizaciones y de defensa del sector público- rechina a los más 'modernizadores'. Laurent Fabius, antiguo primer ministro y responsable de Economía en el Gobierno de Lionel Jospin, lo ha calificado de 'programa de mierda, que va a desencadenar la máquina de perder', según palabras que le atribuye el diario Le Monde, pronunciadas en un encuentro entre dirigentes.
El nerviosismo de la izquierda no es menor del que demuestra la derecha. A 48 horas del cierre del plazo para las candidaturas, el dirigente centrista François Bayrou insiste en mantener la suya y la de un centenar de sus partidarios fuera del 'Partido para la Mayoría Presidencial', organizado por los hombres de Chirac para recuperar el control de la Asamblea Nacional, que les falta desde 1997. La insistencia de Bayrou terminará provocando 'la victoria de la izquierda o de la extrema derecha', le reprochan las figuras de la 'mayoría presidencial'.
Pero la derecha tiene en sus manos el arma electoral quizá más importante: el Gobierno. Un simple decreto ha colocado a los 100.000 hombres de la Gendarmería a las órdenes del nuevo ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que ya mandaba sobre los casi 150.000 miembros de la Policía Nacional. De la noche a la mañana, el ministro ha autorizado a la policía a usar pistolas con balas de caucho cuando patrullen por los 'barrios difíciles'. Algunas asociaciones de defensa de los derechos humanos lo consideran 'una provocación' hacia los jóvenes de los suburbios, pero la viceministra de Medio Ambiente, Tokia Saïfi, que procede de una familia argelina, ha salido a la palestra para asegurar que 'los inmigrados son los primeros que dicen que hace falta limpiar sus barrio', y para mostrar su satisfacción por 'formar parte de un Gobierno que va a poner orden'. Mientras, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen avisa: 'Os vais a llevar una sorpresa todavía mayor'.
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