Camino de la gloria eterna
Kubala, el delantero que catapultó al Barcelona a una de sus épocas doradas, muere a los 74 años
Un club que necesita ser más que un club necesitaba un jugador que fuera más que un crack. Y eso es lo que fue Ladislao Kubala para el Barcelona y el fútbol español. Su calidad y su carisma trascendieron a la mera adscripción a unos colores. Se hizo un hueco entre los más grandes de todas las épocas, al lado mismo de su gran rival y amigo Di Stefano y, más tarde, de Pelé, Cruyff y Maradona. Laszy (Budapest, 10 de junio de 1927) falleció ayer en Barcelona después de que desde hace dos años le fuera abandonando la salud de hierro que le distinguió durante toda su vida y finalmente tuviera que ser hospitalizado el pasado 12 de febrero a causa de una embolia cerebral.
Su vida no fue precisamente un camino de rosas. Todo lo contrario. Nacido en Hungría en el seno de una humilde familia, cuando sólo tenía 18 años perdió a su padre, un albañil eslovaco del que había heredado su afición por el fútbol. Su incipiente carrera, iniciada en las filas del Ferencvaros, húngaro, la continuó entonces en el Bratislava, entonces checoslovaco. Más tarde se casó con la hermana de uno de sus primeros entrenadores, Ana Viola Daucik, y tuvo a su primer hijo, Branko.
Triunfó como ninguno pese al exilio, las lesiones, una tuberculosis, la derrota de Berna o la escisión entre sus partidarios y los de Suárez
Debido a la difícil situación que se vivía en una Hungría cada vez más supeditada al dictado político de Moscú, durante una gira de su equipo, en Viena, logró un pasaporte falso y un visado que le permitieron escaparse a Italia. Y desde allí, tras haber cumplido la sanción de un año que le impuso la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) por haber huido de Hungría y de la mano del entonces secretario técnico del Barcelona, Pepe Samitier, dio el salto al club azulgrana.
Poco después de que naciera su tercer hijo, Carlos, en octubre de 1950, lució por vez primera la camiseta del Barça. Bajo su liderazgo, el legendario equipo de las cinco Copas, con Ramallets, Biosca, Basora, César y Manchón, entre otros, protagonizó una de las épocas más esplendorosas del club. Cuatro títulos de Liga y cinco de Copa, 329 partidos y 243 goles constituyeron la parte principal de su legado durante sus once años en el club.
Pero hubo más. Arrastró a tantos adeptos que el Barcelona creció y hubo de abandonar su entrañable campo de Les Corts, insuficiente para dar cabida a los admiradores de su novedoso estilo y su portentoso remate, y estrenó el Camp Nou en septiembre de 1957. Allí le dio al Barça sus primeros éxitos internacionales: dos Copas de Ferias -el precedente de la Copa de la UEFA- tras la Copa Latina de 1952. Paralelamente, prosiguió su insólita carrera internacional y consumó el récord de vestir los colores de tres países diferentes: Hungría, Checoslovaquia y España.
Después de mantener desavenencias con el técnico Helenio Herrera, de superar una tuberculosis y diferentes lesiones, de la triste final de la Copa de Europa de 1961, perdida en Berna (2-3 y cuatro tiros al palo) ante el Benfica, y de ganar el pulso a los partidarios de Luis Suárez, fichado al cabo por el Inter, Kubala se retiró del Barcelona con un partido de homenaje en el que los madridistas Di Stefano y Puskas reforzaron al equipo azulgrana ante el Stade de Reims.
Inició entonces su carrera como entrenador, aunque al principio la compartió con su presencia en los terrenos de juego con la camiseta del Espanyol. Luego, a partir de 1964, se dedicó ya de lleno a su carrera como técnico. En 1969 relevó en la selección española al trío formado por Miguel Muñoz, Luis Molowny y Salvador Artigas. Estuvo al frente de ella durante 11 años, pero no pasó de la primera fase en el Campeonato del Mundo de 1978 y cayó ante Italia en el de Europa de 1980.
Ya en la primera época de la larga presidencia de Josep Lluís Núñez, regresó al banquillo del Camp Nou, pero fue destituido tras una derrota por 0-4 en la Copa de la UEFA ante el Colonia. Después dirigió a numerosos equipos, el último de ellos el Málaga, al que subió a la Primera División en 1988.
Siempre se distinguió por una constante actividad física. Antes que al fútbol se dedicó al boxeo. 'El día que no hago deporte no puedo dormir', decía. Además del fútbol, practicó el tenis y el ciclismo hasta hace bien poco y era también un asiduo del gimnasio.
Uno de sus grandes amigos, el cantaautor Joan Manuel Serrat, le dedicó un tema que incluyó en su disco Material sensible. En catalán, cantaba: 'Pelé era Pelé y Maradona uno y basta. Di Stefano era un pozo de picardía. Honor y gloria a quienes hicieron brillar el sol de nuestro fútbol de cada día. Todos tienen sus méritos. A cada quien lo suyo. Pero para mí ninguno como Kubala. Se ruega al respetable silencio, que para quienes no lo han gozado diré cuatro cosas: La para con la cabeza, la baja con el pecho, la duerme con la izquierda, cruza el medio campo con el esférico pegado a la bota, se va del volante y entra en el área grande rifando la pelota, la esconde con el cuerpo, empuja con el culo y se sale de espuela. Se mea al central con un tuya-mía con dedicatoria y la toca justo para ponerla en el camino de la gloria'.
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