Alegato por las buenas maneras
El otro día me contó un buen amigo lo que le acababa de suceder en el metro.
Al llegar el tren a la estación, entraron por una de las puertas un señor de unos cincuenta años, una señorita de unos treinta y mi amigo.
El señor que entró primero, al comprobar que sólo había un asiento vacío, se retiró y se lo cedió a la señorita.
Mi amigo se acercó al caballero y le felicitó por su gesto. Esto permitió que mantuvieran una corta pero agradable conversación. Esta persona comentó que, lamentablemente, las buenas maneras que se manifiestan en hechos como el relatado no se ven con la frecuencia adecuada y, a veces, incluso causan risa y menosprecio.
Mi amigo y este caballero, cuando se despidieron, llegaron a un curioso acuerdo: aunque nadie lo haga, ellos seguirán cediendo el asiento a quien lo necesite.
Sirvan estas breves líneas para felicitarles por tan generoso y cívico acuerdo.
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