Un milagro me salva de un accidente

Sólo un milagro ha evitado esta mañana que me viera involucrada en un grave accidente masivo, debido a un adelantamiento ilegal y sin visibilidad efectuado por un irresponsable conductor de un autobús de la línea 21 de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid.

Es demasiado frecuente ver cómo algunos conductores de la EMT continúan su marcha con semáforos ya en rojo y realizan imprudentes maniobras abusando de la impunidad que le proporciona el enorme volumen de sus vehículos.

Las frecuentes protestas en la prensa sólo han conseguido hasta ahora que la EMT responda que son una minoría quienes actúan así. ¡Faltaría más! Lo que los ciudadanos debemos reclamar es, primero, que las autoridades muestren más celo con los infractores, que puedan mostrar a los ciudadanos las multas puestas -¿se atreverían a decir cuántas al año?- a ese tipo de infractores.

Y, después, exigir a los directivos de la EMT que tengan inspectores más eficaces, y que las multas sean pagadas por los culpables, no por la organización, lo que no sólo hace perder a esas multas todo su carácter disuasorio, dejando impunes a los culpables, sino que supone la peor injusticia, al castigar así en definitiva a las propias víctimas de sus atropellos: viajeros, peatones y conductores de los demás vehículos.