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El asesinato de un mesonero eleva a siete los homicidios en nueve días

Los investigadores barajan el móvil del atraco, aunque la caja registradora estaba intacta

Oriol Güell

Serafín Robledo Gil, de 53 años, se convirtió ayer en la séptima persona que muere de forma violenta en la región en tan sólo nueve días. El hombre falleció en la madrugada de ayer de un disparo en el estómago cuando se disponía a cerrar el mesón El Sevillano de Castilla, que regentaba en la calle de San Joaquín, 26, en Fuenlabrada. El presunto asesino, no identificado y del que se desconoce si actuó solo o acompañado, le disparó un cartucho de caza mayor con una escopeta de cañones recortados, según apuntaron fuentes policiales. Estos cartuchos disparan una docena de postas de acero, de unos cinco milímetros de diámetro. Ocho de ellas impactaron en el abdomen de Robledo, causándole una gran hemorragia y varias heridas en los órganos vitales.

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Jerónimo Sánchez, vecino de la víctima, acudió al mesón a comprar tabaco sobre las 4.30. El negocio estaba abierto y con las luces encendidas, pero Serafín no salió a atenderle: estaba muerto, tumbado de costado y rodeado de un charco de sangre. En el local no faltaba el dinero recaudado durante el día. Una hora y media antes, varios vecinos habían oído una detonación. 'Fue como un petardo. No le di importancia', comentaría más tarde Nuria, que vive encima del mesón.

La familia de Serafín Robledo Gil no acertaba a explicarse ayer por qué le habían matado. 'No ha tenido un problema con la ley en su vida. Era un hombre seco, en ocasiones malencarado, pero nunca ha estado metido en cosas raras'. El que defendía así al fallecido era Felipe, de 57 años, hermano mayor del difunto. Decenas de amigos y vecinos de la familia se acercaron durante la mañana al domicilio de Robledo Gil para dar el pésame a Pilar, su esposa.

El matrimonio, que tiene tres hijos varones de entre 16 y 28 años, vive en la calle de Suiza, a menos de 200 metros del mesón donde ocurrieron los hechos. Otros familiares también acudieron al hogar procedentes de Cebreros, el pueblo de Ávila de donde es la familia. Robledo tenía seis hermanos y una veintena de sobrinos.

'Era un hombre que mandaba a paseo a cualquiera si le daba el pronto', pero su mesón era 'un bar de barrio, con clientela habitual', explicaron Montse García y Manuela Álvarez, dos vecinas que ayer tomaron las cañas del aperitivo en el bar de al lado. La caza y Cebreros eran los dos temas con los que Serafín Robledo más disfrutaba hablando con los asiduos a su local. El mesón está presidido por la cabeza de un gran jabalí que él mismo abatió hace años en su pueblo.

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'Supongo que querían atracarle, pero entonces no entiendo por qué no se llevaron el dinero de la caja', reflexionaba Jerónimo Sánchez. Él fue quien encontró el cuerpo sin vida de Robledo, a las 4.30 de la madrugada. 'Estaba jugando a las cartas con mis padres y mis tíos, y se me acabó el tabaco. Serafín cerraba siempre muy tarde y bajé a comprar. Las luces estaban encendidas, pero no lo vi. Le llamé y no contestó. Entonces me di el susto de mi vida. Allí estaba, tumbado de lado, junto a la puerta de los servicios y con mucha sangre', recordó Jerónimo.

Cuando Jerónimo descubrió el cuerpo de Serafín Robledo, éste podía llevar ya una hora y media muerto, según el testimonio de los vecinos. Varios de ellos contaron que alrededor de las tres de la madrugada oyeron una detonación, pero ninguno le dio importancia. 'Pensé que era un petardo o algo así', decía un residente.

La policía encontró en el bar el papel del cierre de caja del día. Estaba fechado a las 2.20. 'Un matrimonio joven de aquí, del barrio, que también eran amigos de Serafín, salió del mesón a esa hora. Me han dicho que él estaba cerrando la caja y que, al salir, se cruzaron con tres personas', explicó Jerónimo Sánchez. Desde ese momento hasta que los vecinos oyeron la detonación pasaron 40 minutos, durante los que nadie puede explicar qué ocurrió en el interior del bar.

La costumbre de Serafín de cerrar tarde era conocida en el barrio. Por eso, la familia no se preocupó al ver que el hombre no había llegado a casa pasadas las cuatro de la madrugada. Los noctámbulos de la zona, como Juan, un vecino que vive encima del bar, solían terminar la noche charlando con Robledo Gil. 'Se estaba muy tranquilo en el bar. Había pocas personas, muchas veces las mismas', relató este vecino.

Dos hipótesis

Fuentes policiales comentaron que trabajan en dos posibles móviles para explicar el asesinato: un atraco al que la víctima opuso resistencia y que acabó en tragedia -lo que explicaría la precipitada huida de los ladrones sin llevarse el dinero- o algún tipo de asunto personal. La policía tomó ayer declaración a los familiares del fallecido y a numerosos vecinos para tratar de esclarecer el caso.

Serafín Robledo Gil eleva a 21 la cifra de las personas muertas de forma violenta en la región en lo que va de año. Aunque en estas mismas fechas del año pasado el número de asesinatos era superior -28-, el hecho de que se hayan producido siete asesinatos (dos de ellos múltiples) en sólo nueve días ha hecho cundir la alarma.

El PSOE dijo ayer que los 'madrileños sienten miedo' ante esta escalada criminal y exigió soluciones inmediatas a los Gobiernos central y regional. 'Queremos respuestas por parte del delegado del Gobierno y del presidente de la Comunidad de Madrid, que dejen de mirar a otro lado y solucionen todos estos hechos tan graves', afirmaron fuentes del PSOE.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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