La lenta fusión de Andersen
La firma calcula que la integración de la misma con Deloitte se realizará en septiembre
Andersen desaparecerá en España en septiembre. El anuncio de su unión con Deloitte & Touche hace más de un mes ha conseguido distanciarla del escándalo Enron y ha abierto un paréntesis que aún deben cerrar las autoridades de competencia. Hasta que éstas se pronuncien, y aún no han empezado a correr los plazos porque no existe comunicación oficial de la operación, menudean los contactos entre los equipos de ambas firmas.
La cuota de mercado conjunta en auditoría se eleva al 26,5%. Si sólo se tienen en cuenta las 'cinco grandes', se dispara hasta el 42,9%
A un mes del anuncio de acuerdo, las firmas no han comunicado oficialmente la operación al servicio de competencia
El lunes pasado empezó el juicio penal contra Andersen en Estados Unidos en el que un jurado debe decidir si la firma es culpable de un delito de destrucción de papeles por su actuación en el escándalo Enron. La firma de hecho ya está hecha añicos en ese país y sólo queda dilucidar su responsabilidad en el escándalo del gigante eléctrico al que auditó durante 16 años, y asistir a la desbandada de sus profesionales.
En contraste con esta situación, algunos de sus hermanos de otros países viven como si todo lo ocurrido les quedara ya muy lejano. El acuerdo con Deloitte & Touche fue, en el caso de España, el bálsamo perfecto para distanciar a los arturos de la crisis y evitar una posible fuga de clientes. Aunque fue anunciado formalmente hace más de un mes -el 1 de abril-, los movimientos concretos hacia la unificación de ambas empresas han sido muy escasos por el momento.
Carlos González, presidente de Andersen, sigue en su despacho de la última planta de la torre que ocupa la sede de la firma en Madrid. Miguel Zorita, su homólogo en Deloitte, a pocas manzanas de distancia. Los 161 socios de la primera y los 40 de la segunda permanecen separados. Los alrededor de 3.500 arturos siguen trabajando con sus clientes -han ganado tres nuevos para auditoría recientemente-, y los 1.165 de Deloitte, con los suyos. Incluso el nombre, que se ha convertido en una losa, sigue en la puerta del edificio y en el registro mercantil.
Lo único que ha cambiado es que el equipo creado por las firmas para coordinar cada una de sus actividades, y que lidera González, debe ahora sacar más tiempo para reunirse entre sí. La lentitud que sufre el proceso no significa que los socios de ambas hayan cambiado de idea, subrayan.
El parón se debe a que las empresas, que alcanzarían una facturación conjunta de 342,19 millones de euros, siguen sin comunicar aún la operación formalmente al Servicio de Defensa de la Competencia, aseguran fuentes del Ministerio de Economía, que no descartan que al final sea la Comisión Europea la que entre a ver el asunto. En principio, el plazo para comunicar los detalles de la nueva compañía es de 20 días.
Pocos antecedentes
Tres semanas después de que se anunciara, lo que sí ha habido son contactos informales con técnicos de competencia, algo habitual antes de llevar adelante este tipo de fusiones. Además, cada empresa ha nombrado personal específico para suministrar al ministerio la información que vaya solicitando.
A priori, el único problema está en la práctica de auditoría, donde Andersen arrasa entre las empresas del Ibex 35 -23 compañías que rondan el 80% por capitalización- y donde la cuota de mercado conjunta el año pasado alcanzaba el 26,5%, según un informe reciente de la consultora DBK. Ambas firmas facturan 415,09 millones de euros por este concepto, si bien la aportación de Deloitte es pequeña: 29,41 millones de euros.
La cuota de mercado sube, sin embargo, hasta el 42,88% cuando se analizan sólo las llamadas cinco grandes (las dos inmersas en el proceso, Deloitte, PricewaterhouseCoopers, Ernst & Young y KPMG) y se olvida las alrededor de mil firmas que también auditan en España.
La escasez de antecedentes en materia de competencia relacionados con grandes firmas de servicios profesionales hace difícil pronosticar un resultado. La resolución más reciente en este sentido es la que aprobó la unión de Price Waterhouse con Coopers & Lybrand hace cuatro años. Ésta consideró los servicios de auditoría y consultoría como mercados separados y para cada uno de los países donde operaban las dos empresas. Otros aspectos que la Comisión tuvo en cuenta entonces fueron la repercusión en el mercado de la desaparición de uno de los grandes competidores o si existía una posibilidad de que se coordinaran con sus competidores para fijar tarifas más altas, entre otras.
Todas estas consideraciones tendrán lugar cuando las autoridades de competencia entren oficialmente. Hace un mes, fuentes de las afectadas aseguraban que era cuestión de días, y hoy confían en que se trate de 'un par de semanas'. Si esto se produce, el calendario es el siguiente: el Servicio de Defensa de la Competencia tendría todo el mes de junio para pronunciarse y, en su caso, elevar el caso al tribunal. Éste tiene otros dos meses para estudiar el asunto antes de enviar su recomendación al Consejo de Ministros. La decisión del Gobierno estaría lista a finales de septiembre. Hasta entonces, la consigna es normalidad.
La tentación de KPMG Consulting
La única deserción que se ha producido en Andersen España tras el desastre de Estados Unidos ha sido la de los alrededor de 800 abogados de Garrigues, que decidieron no seguir el camino hacia Deloitte, se cambiaron el nombre y aún deshojan la margarita sobre si se asocian o no a una gran firma de servicios profesionales que les proporcione una red internacional. Esta semana, los 20 socios de consultoría han conocido la oferta de KPMG Consulting para que se integren en su red. Por ahora, lo que hay es una carta de intenciones firmada entre el interesado y Andersen Worlwide -la red internacional, en vías disolución- que afecta a 23 sociedades nacionales. Aunque el compromiso de los socios de consultoría con Deloitte se mantiene exactamente igual, según fuentes de la firma, la tentación puede ser grande. No sólo porque la oferta, valorada en unos 440 millones de euros, incluye 6,5 millones de acciones para incentivar a los socios, sino también porque la diferencia entre los negocios de auditoría y consultoría puede empujar en esa dirección. Esta circunstancia ya se produjo hace dos años cuando lo que hoy es Accenture logró romper los lazos que le unían a Andersen. El futuro inmediato de Andersen en España, y de toda la profesión, requiere además un cambio legal que se ha agilizado precisamente por el escándalo Enron. Si la Ley Financiera sale del Congreso tal y como hoy está, las empresas cotizadas estarán obligadas a cambiar de auditora cada 12 años. Esta posibilidad resulta hoy más preocupante para Andersen que la posible deserción de algún socio.
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