Baraja cierra la fiesta

En un homenaje recíproco, entre Mestalla y sus futbolistas, nadie como Baraja merecía tanto el honor de poner el fin de fiesta. Tanto por lo que sufrió en esos cinco primeros meses de una lesión indetectable, como por lo que disfrutó e hizo disfrutar en los últimos cinco. En un partido con más charanga que juego, apareció al final del primer tiempo Baraja. Gol, claro. El centrocampista vallisoletano va tan sobrado que se permite este tipo de exquisiteces: desde el balcón del área, se cambió veloz el balón de pierna, de la derecha a la izquierda, para finiquitar con ésta la faena de un disparo seco y cruzado. Golazo. El séptimo del curso.

Mestalla aumentó la nómina de sus héroes e incluyó primero a Angloma, a quien despidió para siempre con una emocionante ovación, y después a Palop, a quien coreó después de que éste parara un penalti de Gastón Casas.

El resto fue un homenaje continuado desde la grada al campeón de Liga. La ola, el Xe què bo, La manta al coll y toda la retahíla de cánticos adornaron la fiesta, pero amainaron el fútbol, que pasó a un segundo plano.

El Betis fue un convidado de piedra a la celebración del campeón. Tan sólo Capi sobresalió varios cuerpos por encima de todos los demás. En esta la temporada de su consagración, no dejó escapar la última oportunidad para lucir su clase: un regate de serpiente que dejó tirado a Albelda, un disparo potente que puso a prueba a Palop,... Gran pelotero.

Al partido le faltaban emociones, y Benítez dio paso a Kily González. No hay nadie que conecte tan bien con la grada como él. De modo que el público comenzó a rugir de nuevo: 'Kily quédate, Kily quédate'', ante la sospecha nada disimulada de que la directiva pretende traspasarlo para aliviar su angustiosa situación económica. Y él que no quiere irse ni a tiros. Fue pisar González el césped y empezar Aimar a desplegar su catálogo de maravillas. Su entendimiento es muy evidente.