Religión en Samoa
Ahora que estábamos todos con la frente arrugada, tensos y preocupados con las elecciones francesas, asustados por el asesinato político en Holanda, amargados por el problema de los palestinos, ahora, precisamente ahora, aparece nuestro inestimable Ministerio de Educación y nos plantea el problema de la enseñanza de la religión. Es como Woody Allen cuando, en pleno ambiente carcelario, pregunta al bestia de su guardián si una chica virgen debe perder la honradez en el caso de amar locamente a su novio. Tenemos que reconocer que nuestro ministerio es encantador.
Esto de la asignatura de religión es como el problema de Gibraltar, que aparece y desaparece en los momentos más insospechados, es un tema recurrente que siempre anima y entretiene para relajar el ambiente. Y siempre con matices nuevos que incitan al comentario. En esta ocasión no tiene desperdicio. Para empezar se quiere incluir la cosa, aunque ya advierten que están todavía en período de reflexión, en un área con el nombre de Sociedad, cultura y valores. La verdad es que suena como los estudios de antropología cultural de principios del siglo pasado, algo así como Sociedad, cultura y valores en Samoa, aunque aquí, con eso de las transferencias, debería ser sociedad, cultura y valores en Castilla-La Mancha, en Extremadura o en Cataluña. Me atrevo a proponerles otros nombres del mismo estilo, como por ejemplo adolescencia y cultura, o también cultura y compromiso.
Pero además proponen, mientras reflexionan, que se pueda elegir entre el estudio de la religión o la enseñanza de los valores democráticos. No estoy seguro si pretenden decir que la religión es poco democrática o que la democracia es una religión, en cualquier caso una alternativa con profundas repercusiones. En mi caso, si tuviera un hijo en período escolar, lo pondría lunes, miércoles y viernes como religioso, mientras que los martes, jueves y sábados lo haría democrático. Sería más equitativo.
Para rematar la faena sale un cura, de cuya graduación no puedo acordarme porque no fui a la mili y me cuesta distinguir, y dice que la religión es tan científica como las matemáticas. Lo que nos faltaba por ver a estas alturas de la cultura posmoderna, un cura pitagórico que combina la mística con los números. Realmente es un acierto haber planteado una vez más el tema de la enseñanza de la religión.
Confieso que durante mucho tiempo estuve enfadado con el gobierno socialista por sus reformas educativas, pero hoy en día tengo que reconocer que lo hacían mal con más seriedad que este ministerio. Ahora que el de Sanidad está más callado y no nos divierte con sus consejos sobre las vacas locas o sobre higiene sexual, parece que toma el relevo el de Educación. ¿Lo harán por turnos?
La polémica amenaza con durar varias semanas. Para cuando se acabe, y en el caso de que no tengan preparada otra trifulca en cartera, me permito proponerles la de la enseñanza de la Biblia frente al evolucionismo. También es muy nueva y siempre tiene mucho éxito. Pero que sigan, por favor, tenemos tantos problemas que necesitamos relajarnos un poco más con este delicioso humor ministerial. Que no paren, ¡es tan divertido!
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