Un mosaico en claroscuro
Tras casi quince años sin nuevo poemario en librerías (Elphistone data de 1988), era de esperar que el último libro de Blanca Andreu tuviera la solidez de los poemarios largamente meditados y escritos durante mucho tiempo. No ha sido, sin embargo, así. Y no lo ha sido, sobre todo, en lo que se refiere a la estructura. No es un libro cerrado: La tierra transparente tiene algo de mosaico, de cuaderno de pruebas y apuntes, de muestrario de los diversos caminos que a lo largo de este tiempo ha transitado (o intentado transitar) su autora. Dividido en 11 apartados o capítulos, está compuesto en su totalidad de poemas breves de intensidad diversa en los que actúa como hilo conductor el amor en sus distintas manifestaciones. La pasión, el deseo, la atracción por ciertas realidades materiales con contenido simbólico (el olivo, el agua -el mar, el río, las fuentes-), están presentes en este volumen no de un modo abierto, incondicional, sino tamizados por la sombra de la muerte. Una sombra que es casi absoluta en los textos de El libro de Juan, una serie de 11 poemas que parecen ser parte de un libro mayor, y que se tamiza en el resto de las series, traspasadas por una pulsión metafísica, por una voluntad de conversión de la luz -o de la claridad- en una metáfora de la vida, en un bálsamo contra la soledad y la pena. Como Blanca Andreu confiesa en la nota que abre el volumen, La tierra transparente 'no es un poemario, sino un conjunto de pequeños libros, algunos muy antiguos y varios en fase de crecimiento'. Ése es, quizá, su principal punto débil. La agregación de textos procedentes de diversos proyectos, la incorporación de algún trabajo que tiene carácter de experimento de escritura automática (que la autora incluye, según confiesa en la citada nota, 'como curiosidad'), impiden que el libro tenga, tanto desde el punto de vista formal como desde el del tono, un carácter unitario.
LA TIERRA TRANSPARENTE
Blanca Andreu Sial. Madrid, 2002 110 páginas. 10 euros
No obstante, es un libro distinto si lo situamos en el contexto del panorama poético de este comienzo del siglo XXI. Como distinta es la poesía, desde su origen, de la autora: hay, en la mayor parte de los poemas de La tierra transparente, una tensión visible entre el apremio de la irracionalidad y del imaginismo desbordantes en su primer y celebrado De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981), y la voluntad indagadora en las honduras y recovecos de la existencia desde un enfoque que evoluciona entre la mística y la meditación -y que no desdeña derivas surrealistas-, más presente en el ya citado Elphistone. Hay también destellos de un infrecuente tono conversacional, algo que llega a impregnar incluso alguno de los textos elegiacos de El libro de Juan: 'Cierto día, mientras cenábamos en un restaurante, el abogado Moreno comenzó a hablar de una mitología que estaba leyendo en aquel momento'. Y, desde luego, una búsqueda de la contención propia del poema breve que, en los momentos más felices, se mueve entre la lírica de las cantigas de amor, la poesía arábigo-andaluza y el haiku: 'Lanza su blanca nieve como anillo / como anillo de amor / como anillo de amor resplandeciente'.
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