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Reportaje:

Se acabó el fado

La Comisión Europea reclama a Portugal medidas drásticas para reducir el déficit público

El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, el español Pedro Solbes, ha reconocido su 'preocupación' por las graves dificultades que atraviesa Portugal para reducir el déficit público, que este año rondará el 3% del PIB (el límite máximo exigido por la UE), a pesar de las drásticas medidas anunciadas por el nuevo Gobierno de centro- derecha. Su portavoz afirmó que Portugal deberá adoptar medidas suplementarias si quiere acabar el ejercicio 'claramente por debajo' del mencionado límite.

La ministra de Finanzas, Manuela Ferreira Leite, informó esta semana a la Comisión Europea de que el Gobierno de Lisboa aumentará dos puntos porcentuales, del 17% al 19%, la tasa máxima del IVA (impuesto al valor añadido), cerrará 30 organismos públicos, fusionará otros 40, suspenderá la contratación de nuevos funcionarios y eliminará el primer canal de la televisión pública.

El país cerró 2001 con un déficit del 2,8%, dos décimas por debajo del máximo de la UE

Estas medidas forman parte de un plan de emergencia para los próximos dos años en el que el Gobierno se ha fijado como prioridad la privatización de TAP Air Portugal (la línea aérea de bandera) y el IPE (Instituto de Participaciones del Estado), un organismo que detenta fuertes inversiones en empresas como Aguas de Portugal, el consorcio de autopistas nacionales (Brisa) o en operadoras de telefonía. El Ejecutivo también paralizará grandes obras nacionales como el nuevo aeropuerto de Lisboa y revisará el proyecto del tren de alta velocidad con España, entre otras medidas.

Ferreira Leite explicó a Bruselas y al resto de sus homólogos de la Unión Europea que la herencia dejada por el anterior Gobierno socialista había desbordado todas sus previsiones. El déficit público ha pasado de una estimación del 1,8% del PIB al 2,8% definitivo en 2001 y este año, según sus datos, existe un déficit subyacente del 4,5% lo que, con las medidas de ahorro, podría reducirse al 2,9% en el ejercicio del 2002, una décima menos que el límite impuesto por el pacto de convergencia europeo. Si Portugal incumple este pacto, podría ser sancionado con multas y la suspensión de los envíos de fondos de cohesión. El acuerdo europeo prevé, asimismo, el déficit cero en 2004, un objetivo que Portugal difícilmente alcanzará si no extrema al máximo las medidas de ahorro e inicia una auténtica reforma fiscal, la gran revolución pendiente en el país ibérico.

Ante esta situación, el comisario europeo de Asuntos Económicos reconoció la 'preocupación' por el alto déficit detectado en Portugal, lo que impide un cierto 'margen de maniobra', si bien expresó su confianza en que Lisboa no supere el límite del 3%.

Los ministros europeos de Economía y Finanzas expresaron su 'estupefacción' por el agravamiento de las cifras y calificaron de 'extraordinario' el hecho de que ahora reciban números 'completamente diferentes de los transmitidos hace dos meses'. Solbes explicó que las previsiones del déficit fueron realizadas por el anterior Gobierno portugués y aplazó su postura definitiva sobre al caso hasta la aprobación del denominado presupuesto rectificativo por el Parlamento portugués.

El ex ministro de Finanzas socialista, Guilherme D'Oliveira Martins, criticó el aumento del IVA porque penaliza a las clases medias y trabajadoras, y rechazó las cifras presentadas en Bruselas sobre el déficit con el argumento de que son 'una extrapolación abusiva de la ejecución presupuestaria en el primer trimestre de este año y de una confusión entre gastos corrientes y transferencias de la Administración pública'.

En cualquier caso, la situación de Portugal reclama soluciones drásticas y urgentes frente al riesgo de caer en el abismo. Dieciséis años después de su integración en la Unión, Portugal corre el riesgo de perder el tren europeo y de ser relegado a un segundo pelotón de países.

Portugal tiene el mayor déficit de la UE, la sociedad más subvencionada, la competitividad económica más baja y el menor crecimiento del producto interior bruto (PIB). El país necesita una revolución fiscal y un cambio drástico de mentalidad. No puede seguir viviendo de Europa y del Estado. En 1985, cuando Portugal acababa de negociar su adhesión a la entonces Comunidad Europea, el entonces ministro de Finanzas, Ernâni Lopes, advirtió a sus compatriotas: '¡Se acabó el fado!'. Desafortunadamente, su aviso acabó en saco roto. Ahora, y con excesivo retraso, Portugal debe tomarse en serio su advertencia.

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